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Presentación

  • : El blog de Sergio Esteban Vélez
  • : En este sitio, la cultura es protagonista. Se puede apreciar lo mejor del arte y de la literatura colombiana, a través de entrevistas a sus mayores representantes y de más de un centenar de artículos sobre el trabajo de los mismos. También hay un espacio para la Historia, la Política y la Lingüística, además de una compilación de la obra poética que el autor ha desarrollado desde su niñez, cuando ya publicaba libros y era admirado en su país como "el Niño Poeta".
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El color según los maestros

Guerra, Padura y Manet

1 agosto 2009 6 01 /08 /agosto /2009 15:51

 

A Dora Ramírez, el arte le brota por naturaleza.  Su vida plena transcurre entre la pintura, el tango y la literatura que envolvió a su familia.




 Sergio Esteban Vélez con Dora Ramírez, su hija Dora Luz Echeverría Ramírez
  y sus nietas Valeria y María José Mejia Echeverría

 


SERGIO ESTEBAN VÉLEZ

El Mundo, 12 de diciembre de 2008

 

A pesar de que ya es bisabuela, Dora Ramírez tiene energía y alientos de sobra.  Baila tango todos los días y esta pasión dancística la ha llevado, en el último decenio, a representar al país en importantes auditorios de Suramérica, España y los Estados Unidos. 


Después de triunfar como pintora y ya cuando era considerada como una de las máximas mujeres del Arte Colombiano, se le dio por dejarse llevar por el encanto arrollador del tango, y, contrario a lo que algunos habrían podido esperar, se ha lucido en la realización de su nueva vocación.


Ella no se llama a sí misma pintora ni bailarina: se siente simplemente “artista” y tiene claro que, justamente, estar cerca del Arte, en cualquiera de sus representaciones, es su secreto de la “perenne vitalidad”.  “Eternas ganas de vivir”, como señaló, en el pasado mes de mayo, su amiga Fanny Mikey, en el Teatro Pablo Tobón Uribe, luego de que Dora desarrollara una improvisación tanguística, en el marco de su espectáculo “Perfume de Arrabal y Tango”.


Su obra es apreciada como pionera del Pop Art en nuestro país.  Acerca de la calidad de sus producciones, podríamos citar al famoso crítico cubano José Gómez Sicre, quien, cuando llevó su obra a exponer en el museo de la OEA, en Washington, escribió sobre ella que: “La obra de Dora Ramírez es un homenaje al vivir.  Es luz, afirmación, es alegría.  Nada hay que lleve a la descripción de anécdotas ni a consagrar situaciones sentimentales.  Es pintura por sí, porque sí.  Plana, de tonos crudos y bordes afilados, no pretende engaños visuales ni se propone trascender en busca de filosofías.  De ahí su claridad y su franqueza; esa aspiración a lo llano y a la verdad, hace que se asocie con lo primitivo, sin ser primitiva.  No está empeñada en la descripción de la realidad por sí misma.  En cambio, la usa, con veracidad y destreza técnica, para extraerle brillantez y para darle un impulso agigantador, un hálito de monumentalidad.  Con estos elementos se hace la buena pintura y en ello está comprometida”.

 

¿Cómo fue el proceso para que en su obra pictórica se conjugaran esquemas de tradición artística con otros, de extrema novedad en su tiempo, como los del Pop Art?

Lo del Pop Art es como una casualidad, no fue algo que yo me hubiera propuesto, sino como una coincidencia en un momento histórico en que mi obra coincidió con los movimientos artísticos de otros países.

 

A través de su famosa serie de los “Mitos”, ¿ha pretendido, realmente, ensalzar a estas luminarias o ha sido su intención, como los artistas del Pop Norteamericano, hacer una denuncia al consumismo y a la superficialidad?

Esa denuncia la mantengo yo muy viva, pero nunca me he propuesto transmitirla en mi obra plástica.  Mi intención ha sido, más bien, exaltar mi admiración por los personajes artísticos o políticos que he pintado.

 

Usted, cuando prevé pintar un retrato, realiza una investigación de la vida del personaje. ¿Ha pretendido, por medio de su particularidad colorido, mostrar la esencia misma de estos individuos?

Sí.  Estudio mucho.  Cuando pinté a Manuela Sáenz, me leí todas sus biografías.  Lo mismo pasó con Bolívar.  Y para sorpresa mía, cada biografía presentaba una verdad distinta, pero uno va sacando su propia conclusión de esa mezcla de criterios, anécdotas y calumnias y uno llega a encontrar su propia visión del personaje y eso es lo que se prosigue a transmitir en el retrato.

 

¿Por qué en su obra las caras siempre son blancas? 

Es para tratar de llegar al alma de la persona.  Si uno empieza a poner sombras y rosados... se pierde cierta cosa espiritual, llegar al alma de la persona, que es a lo que yo pretendo llegar cuando pinto un retrato

 

¿Cree que en Colombia se desarrolló un verdadero Pop Art?

Para mí lo verdadero es, como dice la palabra, lo que va ajustado a la verdad.  Entonces, para ser un verdadero Pop Art, tiene que partir de que sea como el fermento de la cultura en la que uno nació y en la que uno vive.  En ese sentido, no sé cuántos artistas puede haber, correspondiendo a esa verdad.  Pero me parece que Juan Camilo Uribe podría ser un ejemplo.

 

En este 2008, centenario del nacimiento de Débora Arango, hablemos un poco de lo que representó para usted la larga amistad que ustedes mantuvieron, a lo largo de decenios, y del papel trascendental que usted desarrolló en la tarea de “desempolvar” la obra de esta importante artista…

Nuestra amistad fue importantísima.  Fue una relación de admiración.  Yo estaba en el colegio cuando en el periódico reprodujeron su “Madona del silencio”, que es una virgen que reprodujimos, hace poco, en la Estación Envigado.  Y yo dije: “Qué pintora tan aventada: pintar una Virgen a la que se le ven las piernas!”.  Me parecía una cosa muy extraña, pero la Virgen, al mismo tiempo, era muy pura.  Era como una campesina, con una túnica blanca, de manga “sisa”, con el Niño en el regazo, como dentro de un campo de vidrios rojos... Todavía lo tengo en la mente… 

Y así fue como yo empecé a admirar a Débora y me dieron ganas de conocerla, porque era una pintora con gran fuerza y muy original.  Entonces, empecé a tratarla y llegamos a ser muy buenas amigas.  Con los años, yo llevaba a mis alumnos donde ella y a toda la gente que estaba relacionada con el Arte, como Ravinovitch, Eduardo Serrano, Alberto Sierra, pues yo creía que debían conocer esa obra, que es tan importante, y disfrutaba mucho de que esa obra llegara al público. 

Con Darío Ruiz y Darío Restrepo, le organicé a Débora su famosa exposición en la Biblioteca Pública Piloto, después de que ella llevaba más de 20 años sin pintar.  La habían criticado y aporreado mucho y ella estaba arrinconada pintando a su papá, que quedó en silla de ruedas. Llevaba mucho tiempo sin pintar en serio: solamente haciendo artesanías y cosas de madera y cerámica, que, por ser hechas por un artista, también eran Arte. 

Para esa exposición, me tocó escoger cien obras, y fue un éxito. Toda la gente joven que no sabía quién era ella despertó, y ella volvió a trabajar y empezó a hacer unas acuarelas muy lindas y se fue para la Costa con su sobrina (Cecilia) y empezó a trabajar, después de tantos años alejada de la pintura.

 

Su yerno Manuel Mejía Vallejo escribió la novela “Aire de Tango”, llevada a escena por su hija, sus nietas y usted, y que han presentado en varios países.  Usted se ha hecho famosa por su obra “Homenaje a Gardel”, que ha sido tomada como modelo para el telón de boca del Teatro Pablo Tobón Uribe, de Medellín.  En su casa, todos bailan tango.  Usted baila tango más de una hora diaria y ha sido invitada, por el Banco Interamericano de Desarrollo, a bailar tango, en los Estados Unidos. ¿Cuáles son, para usted, los colores del tango?

Empecemos por el rojo, que es pasión, que es vida, energía, como la fuente del movimiento.  Ese es uno de mis colores favoritos y creo que expresa mucho del sentir del Tango, de esa cosa melancólica, pero vital y alegre, al mismo tiempo.  Sí, el rojo sería el primer color del tango.

 

¿Qué decía su yerno, “Manuel” (Mejía Vallejo),  acerca de su obra?

Decía cosas muy buenas.  A él le gustaba mucho la obra mía.  Cuando inauguraron en la Universidad Autónoma la galería con mi nombre, Manuel hizo una presentación muy larga acerca de mí.  Él me conoció mucho, a través de más de cuarenta años que estuvo con nosotros.  Sabía muy bien cómo era yo y cómo era la obra.  Para mí, era muy halagador, porque yo sabía que él era sincero cuando decía que una obra era buena.  El era muy artista y le gustaba mucho dibujar.  Él también era muy admirador de la obra de José, mi hijo.

 

¿Cuáles de los honores que ha recibido son los que más le han llegado al alma?

Para mí, fue muy importante y muy satisfactorio el que me hubieran comprado una obra, en el Museo de la OEA, en Washington, porque eso es como reconocer que lo que uno hace es Arte.  También haber estado en las bienales y haber salido en la revista Domus, que es de lo mejor del mundo en Arte, dirigida por el crítico francés Pierre Restany.

 

Explíquenos cómo usted logra ese movimiento en muchas de sus obras, a pesar de usar colores tan planos…

Eso es muy estudiado.  Yo siento una fascinación muy grande por las telas y por todo lo que se mueve...  Poder transmitir eso, en un cuadro, ha sido uno de mis objetivos,  y para lograrlo, el color, que en mi obra es por impulso, por sentir, en este caso sí es muy estudiado,  Trabajo mucho con la Geometría, para dar la sensación de vuelo, porque como yo no me valgo de las sombras, me valgo, entonces, de las formas.

 

¿Por qué ese juego tan profuso, a lo largo de su carrera, con los colores primarios?

Porque me parece lo más cercano a lo más puro y a la verdad.  Los colores primarios son de donde uno parte para hacer los demás colores, son su base, son como los más puros y, además, son muy acordes con nuestra cultura y con lo que nosotros somos.  En el Arte, uno debe manifestar las raíces de su cultura, y la nuestra es llena de color, de riqueza, de naturalidad, es muy primitiva y la siento en esos colores.

 

¿Qué decía su amiga Marta Traba acerca de su obra?

De Marta Traba tengo un comentario muy elogioso.  Habla de que yo fui la pionera en Colombia en la estridencia del color.  Para mí fue muy importante y muy estimulante, porque yo a Marta la valoraba mucho, como una persona muy inteligente y muy objetiva y que le hizo mucho bien al Arte en Colombia. 

 

¿Qué herencia cree que ha dejado su estridente colorido en el de artistas como Maripaz Jaramillo?

No sé.  Eso, más bien, habría que preguntárselo a ellos.  Si me copiaran, sería un homenaje.  Tampoco me he puesto a analizar la obra de los demás.


DORA RAMÍREZ, UNA VIDA DE ARTISTA: 

 

Dora Ramírez nació en Medellín, en 1923, en el seno de una familia de empresarios y hombres cívicos.  Estudió Artes Plásticas en el Instituto de Bellas Artes, la Universidad de Antioquia y la Universidad Pontificia Bolivariana, de Medellín.

Su obra se ha presentado en más de ochenta exposiciones, entre individuales y colectivas, en importantes salas de París, Nueva York, Washington, Bruselas, Hamburgo, Miami, México, San Juan de Puerto Rico, Curacao, Medellín, Bogotá y Cali, entre otras.  Descuella su exposición individual retrospectiva en la UNESCO, en París.

Fue ganadora, en 1961, del I Premio Dibujo Artes Plásticas, en Medellín, y en 1965, del Premio Nacional de Artes Plásticas “Fabricato”.   Obtuvo también una beca como “artista en residencia”, en Boston Massachussets, en 1980.

Ha dirigido la ejecución de varios murales, en Medellín y ha desarrollado una profusa labor de gestión cultural en su ciudad, a través de cuatro decenios, como miembro de importantes juntas culturales.  Destaca su gestión, en la Junta del Museo de Antioquia, que fue clave para la consecución de la primera gran donación de su amigo Fernando Botero a ese museo.

La sala de exposiciones de la Universidad Autónoma Latinoamericana, de Medellín, lleva el nombre de “Dora Ramírez”.

Ha recibido diversas condecoraciones.  Su obra está presente en numerosos museos y colecciones sobresalientes de Colombia, Estados Unidos y otros países, y ha sido comentada en importantes publicaciones del mundo.

 

 

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1 agosto 2009 6 01 /08 /agosto /2009 15:23



SERGIO ESTEBAN VÉLEZ
El Mundo, 25 de mayo de 2008



El polémico escritor y ex gobernador del Valle estuvo en Medellín, conversando sobre Democracia, Descentralización y Literatura.


El pasado jueves, el comentarista estrella de “La Luciérnaga”, Gustavo Álvarez Gardeazábal (Tuluá, 31 de octubre de 1945), estuvo en Medellín, invitado por el Instituto Tecnológico Metropolitano (ITM), como panelista del Encuentro Nacional “¿Veinte años de democracia local en Colombia?”, organizado por el Centro de Estudios Ciudad de Medellín, de esa institución educativa.  Sus compañeros de pánel fueron el gobernador de Antioquia, Luis Alfredo Ramos, y el ex alcalde de Giradota Luis Fernando Ortiz.

Este controversial escritor, uno de los principales de su generación, quien, hasta hace un decenio, fue el político más popular del Valle del Cauca, se ha hecho famoso por su agudo sentido del humor y su falta de temor para sentar a los poderosos en el “banquillo de los acusados”.

Por estos días, regresa a la Literatura, con su nueva novela, “La resurrección de los malditos” (publicada inicialmente en internet), cuya edición física, de 2.000 ejemplares, sólo está distribuyendo entre sus amigos y allegados.
A pesar de que ha preferido que la lectura de esta novela (la historia de un temible narcotraficante) se reduzca, por el momento, a este estrecho ámbito, los comentarios que en ella expresa ya están “levantando ampolla”...

“Lo que más me ha interesado es que los colombianos entiendan que las realidades no son solamente las que les decretaba el periódico El Tiempo o las que ahora decretan Caracol y RCN”, expresa quien ya se siente un historiador, pues, a través de su obra literaria, ha sido el encargado de mostrar cómo la violencia, la corrupción y el narcotráfico han sacudido al Valle del Cauca y al país entero y lo “han transformado en un imperio de crimen”.


 

Hace años, usted dejó a un lado la Literatura, porque creía que esta era inútil y que lo necesario era dedicarse a luchar por la solución de los verdaderos problemas graves del país. ¿Ahora, regresa a la escritura, porque se da cuenta de que aquella lucha social también es inútil? 

No, yo no he regresado a la escritura.  Lo que he hecho es editar un libro, para vengarme de los que creyeron que yo había dejado de escribir.  Por eso, salió en edición privada, numerada y no se comercializó.

 

 “La resurrección de los malditos” es la historia de los hijos de los “Pájaros” de “Cóndores no entierran todos los días”.  ¿Cuál de las realidades descritas en estas obras es más desoladora? 

No es exactamente la de los hijos.  Es la generación de la violencia que simplemente fue incubada en otra violencia. No hemos parado.  Cuando escribí “Cóndores”, yo juraba que los colombianos iban a evitar, en las nuevas generaciones, la estupidez que nos llevó a la guerra civil del 48, pero perdí el tiempo, porque el país se buscó otro pretexto.  Y cuando ya se trató de acabar ese pretexto, se buscó otro.  Y, seguramente, cuando se acabe la guerrilla y se acaben los paras y los traquetos, se inventarán alguna forma para seguirse dando bala.

 

En su nueva novela, usted ventila sin ningún pudor las intimidades de altos personajes de nuestra vida nacional.  Han levantado polvareda sus comentarios acerca del ex presidente Gaviria. ¿De dónde estas suspicacias? 

Toda la vida las he tenido. Es que yo digo lo que pienso.  ¡Qué tal que me quedara callado!

 

También enfrenta abiertamente al presidente Uribe... 

Si lo enfrento en “La Luciérnaga”, ¿por qué no lo voy a enfrentar por escrito? Miedo no me da.

 

Usted ha dicho en varias ocasiones que cuando era más joven escribía mucho mejor, porque estaba lleno de sueños y de imaginación, pero que, con los años, las obras ya no le salen con tanto brillo.  Sin embargo, la opinión general es que en “La resurrección de los malditos”, usted ostenta el mismo vigor imaginativo y el estilo torrencial de sus mejores producciones... 

Eso dicen los críticos, pero yo sigo creyendo que se me acabó la cuerda.

 

Con “Cóndores no entierran todos los días”, usted fue pionero en la utilización de la Literatura como herramienta útil para dar testimonio y develar ante el público las barbaridades de la violencia colombiana.  Sin embargo, ahora, varios decenios después, se está presentando una avalancha de novelas sobre la candente realidad del país.  ¿Está de acuerdo con que podría hablarse de que estamos frente a un caso de oportunismo literario?  

No, porque los historiadores, una vez más, se escondieron detrás del poste, para no contar lo que tenían que contar, y nos han dejado a los novelistas la tarea de hacer la historia de Colombia.

 

Usted pasó de escribir obras, como “El Divino”, con ediciones de 50.000 ejemplares, a esta nueva novela, en edición privada, para sus allegados. ¿Cree que la situación de los niveles de lectura y de divulgación de la Literatura en nuestro país, en vez de mejorar, ha empeorado y está en estado crítico? 

Sí.  Estoy completamente convencido.  Aquí, cada vez se lee menos y se estimula menos la lectura.  Y cada vez, la Literatura es menos usada como herramienta de cambio.   Por eso, en Colombia, terminamos los novelistas siendo historiadores, y los historiadores, quedándose callados.

 

¿Cómo le ha ido con su incursión en la publicación digital de sus novelas? 

Muy mal, porque son igual de hampones los unos que los otros.

 

¿Cree que la persecución que usted sufrió cuando era Gobernador del Valle se debió a la intolerancia por su orientación sexual o al temor de sus adversarios de que hubiera una posibilidad de que usted alcanzara la Presidencia de la República? 

Yo creo que el pánico de que yo llegara a ser candidato presidencial era más que suficiente para que me atajaran.  Lo que tengo que agradecer es que estoy vivo y no me mataron.

 

Si no pesara sobre usted esa, para muchos injusta, inhabilidad perpetua para ejercer cargos, ¿todavía pensaría en ser Presidente? 

No.  Afortunadamente, la vida me propició esa condena y puedo vivir tranquilo, ayudándole más a Colombia, desde el sitio donde estoy, comentando con humor la realidad nacional.

 

Si nuestra Carta Política no contempla el establecimiento de penas perpetuas, ¿acudió a las altas cortes para la revisión de aquella sentencia? 

No, yo no acudí a las cortes, ni para mi juicio: yo fui juzgado en ausencia.  Y tampoco acudo para que revisen nada.  Yo apelo es a la opinión pública nacional, para que entienda que aquí los procesos son usados por la justicia para producir resultados y no para evitar repeticiones insensatas.

 

Muchos no saben que usted es mitad antioqueño.  Por qué no nos recuerda brevemente por qué su padre debió salir de Antioquia y cómo fue a dar al Valle del Cauca. 

Pues porque lo excomulgó monseñor Builes.  Mi padre era un “godo” de Guadalupe, pero con cédula de Carolina, y se presentó como candidato al Concejo de Carolina y simuló que tenía los 21 años de edad, cuando apenas tenía 19.  Entonces, Builes, que era dueño y señor del poder de la tierra, lo excomulgó, y se fue a trabajar a Barranca.  Allá, trabajó en las petroleras, muchos años, y, hacia el año 37, llegó al Valle, y allá murió, en el año 93.

 

Y usted después vivió en Medellín y estudió en la Universidad Pontificia Bolivariana... 

Y me echaron de la Bolivariana, con todo derecho, por haber escrito un panfleto contra monseñor Félix Henao Botero (entonces, rector), quien, en ese panfleto, que yo llamaba novela, se llamaba el “Cacique Banda Roja”.

 

Entre el proceso 8.000 y la parapolítica, ¿cuál le parece más grave? 

La “parapolítica” es una cosa absolutamente terrible.  Esto nunca se había visto en Colombia.  El proceso 8.000 es un juego de muñecas, al lado de esto.  Aquí, tenemos departamentos totalmente avasallados por el crimen, por las armas, por la impunidad.  Se tomaron el Estado, las vidas, las tierras; arrebataron las propiedades de la gente y, fuera de eso, cohonestaron política y administrativamente semejante actuación. 

 

Si no es Uribe, ¿quién? 

Probablemente Vargas Lleras, Santos, o hasta Piedad Córdoba.  Todos tienen ganas.

 

¿Se siente heredero de algún autor latinoamericano? 

No, yo soy lector de casi todos y soy fruto de lecturas buenas y malas.  No soy un fanático de ninguno.

 

Usted está en Medellín, por invitación del ITM. Hablemos un poco sobre el libro “Gardeazábal, Confesión de parte”, de Jairo Osorio, que publicó este mismo instituto, hace unos meses, acerca de sus reflexiones y consideraciones. 

Parece ser que se agotó, por cuenta de las bestialidades que dije allí.

 

Me han comentado que está muy casado... 

Con el corazón, tengo una deformación de la aorta ascendente, que me está generando demasiados problemas.  Y, como me dijo el médico: “De eso no se va a morir tan ligero”, pero, ¡ah, maluco que la estoy pasando!


HAY QUE DEJAR TESTIMONIO


En su nueva novela, el narrador Álvarez Gardeazábal explica su afán por dar testimonio de la dolorosa realidad que ha tenido que vivir:  “No hay nada más certero como bombazo que una novela sobre la historia que los demás no quieren contar. Y como de estos malditos nadie se atreverá a escribir nada porque sólo se aceptarán las versiones deformadas de las lenguas bochincheras, cualquier fusil de esos o cualquier bomba (...) no podrán jamás tener el efecto que tiene la letra escrita para que usted y todos los lectores sepan y divulguen la magnitud de todo el proceso tan mal entendido, tan mal diagnosticado y tan imbécilmente perseguido por los gringos”.


ALGUNOS DE SUS LIBROS


Piedra pintada (1965)
El gringo del cascajero (1968)
La boba y el buda (1972, Premio Ciudad de Salamanca)
Cóndores no entierran todos los días (1971, Premio Manacor)
Dabeiba (1973)
El bazar de los idiotas (1974)
El Divino (1986)
El último gamonal (1987)
Los sordos ya no hablan (1991)
Las cicatrices de don Antonio (1997)
Comandante Paraíso (1997)
La resurrección de los malditos (2007)





 

 

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1 agosto 2009 6 01 /08 /agosto /2009 15:18

SERGIO ESTEBAN VÉLEZ

El Mundo,  7 de julio de 2008



 

                               Sergio Esteban Vélez y Maripaz Jaramillo.  Bogotá, 2005

 

El Arte Colombiano celebra el cumpleaños número sesenta y los cuarenta años de vida artística de la destacada creadora Maripaz Jaramillo.  Ella, contestataria e innovadora, estuvo conversando con EL MUNDO.

 

María de la Paz Jaramillo, una artista de esas que no necesitan adjetivos para calificar su obra.  Su versatilidad y originalidad le dan una posición muy singular en el panorama del Arte Colombiano, en el que ha descollado como una de las principales figuras del Kitsch y el Pop Art, desde muy joven (25 años de edad), cuando, con sus irreverentes grabados, ganó el primer puesto en el Salón Nacional de Artes Visuales.  A partir de ese momento, nadie podría detener el torrente de sus triunfos, en 4 continentes.

“Nadie ha utilizado el color de una manera más arbitraria ni más agresiva, en el Arte Colombiano”, asegura el crítico Eduardo Serrano.  Para muchos, esa misma fuerza desgarradora de su colorido, que evoca a los Expresionistas Alemanes, es, precisamente, el elemento primordial de su obra, que la hace única y que le ha asegurado ya un lugar en la lista de las grandes mujeres artistas de América Latina.

En estas semanas, se celebran sus sesenta años de edad y el cuadragésimo aniversario de su entrega a las Artes Plásticas (1968, cuando comenzó sus estudios, en la Universidad de los Andes).  

En el marco de estas significativas efemérides, esto fue lo que nos dijo, acerca del trasfondo de su trabajo y de sus consideraciones sobre el Arte de nuestros días.

 

¿Con sus particulares retratos de grandes personajes, ha pretendido, realmente, ensalzar a estas luminarias o ha sido su intención, como la de los artistas del Pop Norteamericano, hacer una denuncia al consumismo y a la superficialidad?

Tiene un poco de todo, porque yo hago esos retratos porque me parecen interesantes esos personajes y porque pienso que ellos están haciendo algo que suena; así que mi idea no es de burla ni de crítica, sino de ensalzar a esos personajes que están en furor en un momento, porque están haciendo algo muy importante o porque hicieron algo malo.

 

¿Y ensalza también a los que hicieron algo malo, como en el caso de sus retratos de Simón Trinidad y Mónica Lewinsky?

A ellos los pinto porque están haciendo historia, pero no los ensalzo.

 

Hablemos del erotismo, como uno de los vectores de su obra, en los últimos 40 años.

Mi trabajo tiene mucho humor y sensualidad, más que erotismo.  El erotismo se lo dejo a otros artistas.

 

¿Estaría de acuerdo en adjudicar el epíteto de estrafalarios a muchos de sus personajes?

Estrafalarios, no.

 

Háblenos de la creatividad en la relación forma-color, en su obra.

El color es básico dentro de mi obra, que, cada vez, se vuelve más plana.  El dibujo deja de ser tan importante, contrario a años pasados, como cuando yo trabajaba el grabado. Ese es un gran cambio que yo he hecho, en estos 40 años de trabajo.

 

Y sus grabados, que la hicieron ganar tantos premios y reconocimientos, tienen el valor especial de la policromía, que implica un proceso tan complejo...

Sí, porque cada plancha tiene su color, entonces es muy complicado.  Así que, cuando yo empecé a pintar y a hacer mis pasteles, me liberé un poco, porque la técnica del grabado me coaccionaba bastante; en cambio, ahora, puedo trabajar más libremente el color.  Yo creo que eso me ha dado mucha respiración.

 

¿Por qué le interesa más el color que la tercera dimensión?

Me llama muchísimo la atención la escultura y la he trabajado, pero la mayoría de mi trabajo ha sido plano.

 

Para ser contemporáneo, ¿hay que dejar de pintar?

Parece que, para alguna gente, hay que dejar de pintar y que el lienzo y los pinceles son obsoletos, pero para mí, no.  Yo sigo en mi historia y en mi mundo.  Y, si está pasado de moda, que no creo, ya verán los otros lo que quieran hacer.  Yo creo que todas las experiencias son válidas, pero eso no quiere decir que una experiencia niegue la otra.

 

Háblenos de la denuncia social en su obra

En mi trabajo, desde el principio, he denunciado muchas cosas, como la prostitución, el manejo de la pareja, los acontecimientos políticos que pasan en nuestro país...  Para mí, el periódico y los noticieros son mi mayor fuente de trabajo.  Le doy mucho tiempo a leer el periódico, como investigación, porque me parece que eso es muy importante.  Y de ahí salen mis denuncias.  Hay otros tipos de trabajo en los que he usado otra forma que es el humor, con la cual también se puede trabajar mucho la denuncia. 

 

¿Qué piensa del esnobismo en el Arte de nuestros días?

Hay jóvenes que están aportando cosas importantes.  Tal vez, yo nunca haría lo que ellos están haciendo, pero ellos están viviendo una realidad diferente a la que yo viví: una niñez diferente, un estudio diferente...  Y, en cuanto al esnobismo, yo creo que siempre ha existido, pero, finalmente, en la posteridad, será el público quien decida si lo que se hizo era bueno o malo o si  simplemente era un acto esnobista.

 

¿Qué piensa de la afirmación de Zola, en 1867, de que la muchedumbre que visita los salones de Arte es “pueblo ciego que ríe” y que acaba por aceptar lo que se imponga? 

 Pues eso contradice un poco lo que yo he dicho, porque yo pienso que el público no es ciego, en absoluto.  Creo que el público es muy importante y que es fundamental que la obra le llegue.  

 

Pero si uno manifiesta su disgusto por una obra que ha sido unánimemente elogiada por los críticos, puede ser tildado de ignorante... como en la historia de “El traje nuevo del Emperador”...

Sí, hay muchas veces en que los curadores y los críticos aceptan unas cosas, y puede que mucha gente siga lo que ellos dicen, pero también hay otros que aceptan es lo que les llega y lo que para ellos es bueno, y eso es muy importante.  Por ejemplo, yo creo que buena parte de la importancia que tiene Fernando Botero es la aceptación que tiene el público con la obra de él, en sus diferentes épocas.  Y puede que muchos críticos digan que él no es bueno o que él es un invento del comercio, pero Fernando Botero le llega al público.  A mí, me parece que él es un ejemplo tajante, pues es un artista que ha trabajado lo que ha querido, se ha metido en muchísimos temas y tiene una gran aceptación en el mundo entero, más allá de los críticos.

 

¿Qué papel cree que ha jugado la palabra “disciplina”, en el desarrollo de su carrera?

La disciplina, para mí, ha sido importantísima.  Picasso decía que la obra era 10% de creatividad y 90% de trabajo y disciplina. 

 

Y Picasso también decía: “Si los demás no entienden mi obra, no es de los demás, es mía”.  ¿Usted qué piensa de eso?

Yo no pensaría así, porque creo que, si no les gusta, qué le vamos a hacer y que, si les gusta, es cuestión del público, porque el público es quien decide.  Así, puede que una obra de Teatro sea maravillosa, pero si a la gente no le llega, es terrible.  

 

Grandes mujeres en el Arte Colombiano...

Débora Arango, Beatriz González, Olga de Amaral... Hay, ahora, además, muchas mujeres jóvenes que están trabajando muy bien y pienso que las mujeres en el mundo del Arte están cogiendo cada vez más fuerza y aceptación.

 

Usted ha sido una gran colaboradora, en el campo del trabajo cultural, del presidente Álvaro Uribe Vélez...

Yo estuve en un comité del Ministerio de Cultura y en ese comité se trabajó muchísimo para lograr muchas cosas ¡y las logramos! 

 

Usted, que es tan buena para hacer surgir al exterior el verdadero color de las profundidades de los elementos, ¿De qué color ve a la Colombia de hoy, en el segundo gobierno de Uribe?

Yo estoy muy contenta con el gobierno del Presidente y pienso que nos va a sacar adelante en muchos procesos en que estamos metidos y que son muy complejos.  Yo lo veo con mucho positivismo y con un color muy vibrante.

 

De 1 a 10, ¿qué calificación le daría a la inversión gubernamental en Cultura, en nuestro país?

Se ha ampliado un poco, porque, por ejemplo, ya está el Fondo del Cine y se ha apoyado el Teatro.  En las Artes Plásticas, se están haciendo los diferentes salones regionales, para después hacer el Salón Nacional.  Es maravillosa la labor que se está haciendo con las bibliotecas, en las diferentes ciudades.  El Festival de Teatro, por ejemplo, es maravilloso, porque le llega a todo el mundo: a los grandes, a los niños, a los intelectuales...  Y esa es una labor titánica de concientizar a la gente de que el Arte es importante para la vida.

 

UNA CARRERA ACOMPASADA

Nació en Manizales, en 1948.  Estudió Bellas Artes en la Universidad de los Andes, en Bogotá; en la Chelsea School of Art, en Inglaterra, y en los talleres de Heyter, en París, y Camnitzer, en Italia. 

Su obra ha sido exhibida en más de 60 exposiciones individuales y en más de 80 colectivas, en ciudades como París, Nueva York, Londres, Tokio, Nagoya, Madrid, Roma, Oslo, Helsinki, Copenhague, Dublín, Colonia, Mulheim, Bayer (Alemania), Cracovia, El Cairo, Tel Aviv, Beirut, Nueva Delhi, Yakarta (Indonesia), Buenos Aires, San Francisco, México, Monterrey, Sao Paulo, Miami, Bogotá, Caracas, Río de Janeiro, La Habana, Quito, Panamá, San Juan de Puerto Rico, San José de Costa Rica, Maracaibo, Quito, Cuenca (Ecuador) y numerosas ciudades de Colombia.

Entre sus múltiples distinciones, se cuentan el primer premio en el XXV Salón Nacional de Artes Visuales (Bogotá, 1974); la medalla de oro “Intergrafik 76” (Berlín, Alemania, 1976); premio en la Bienal Americana de Grabado (Maracaibo, 1977); el Premio Intergrafik 80 (Berlín, Alemania, 1980); premio, en la Listowel International Print Biennale (Irlanda, 1982); mención (Bienal Americana de Puerto Rico, 1984); Premio de Pintura (Universidad de los Andes, Bogotá) y medalla y premio de adquisición en la Grafik Trionnale Frechen, BRD.

Su obra se encuentra en importantes museos e instituciones culturales de Colombia, Estados Unidos, Francia, Noruega, Irlanda, México, Venezuela, Panamá y Puerto Rico.

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1 agosto 2009 6 01 /08 /agosto /2009 15:09

 

 “Strata – Meridiano” es la nueva exposición de la reconocida “tejedora” Olga de Amaral.  La muestra estará abierta al público, en Bogotá, hasta la primera semana de diciembre.

 

SERGIO ESTEBAN VÉLEZ
El Mundo, 14 de noviembre de 2008  

 

En la inmensa nueva sede de la galería “ La Cometa ”, de Bogotá, se presenta la exposición «Strata – Meridiano», en la cual se reúnen, por primera vez, la obra del artista colombo-estadounidense Jim Amaral y  la de su esposa, Olga de Amaral.  Ella no exponía en Colombia, desde hace casi un decenio. 

Estuvimos conversando con esta importante mujer del Arte Colombiano, que, a pesar de ser referencia mundial en la técnica artística de los Textiles, es más reconocida en el Exterior, que en nuestro país.


Para ser contemporáneo, ¿hay que dejar de pintar?


Para nada.  Yo creo que, para ser contemporáneo, uno tiene que, primero, conocer verdaderamente el material que uno trabaja, sea pintura, cerámica, tejido, fotografía... Fuera de la técnica misma, que es un conocimiento importantísimo, uno tiene que querer mucho su material y saber qué es lo que pasa con el mismo.  Para ser un gran creador, uno debe entender que sus manos y su cabeza deben funcionar dentro de un mundo muy particular.


¿Cómo es eso de que el brillo del oro en sus obras es un homenaje a los altares de las iglesias latinoamericanas?


Yo no siento que le haga homenaje a nada, porque yo no pienso en esas cosas.  Pero cuando yo me eduqué, en Bogotá, fue muy bajo la religión católica.  Mamá y papá eran muy devotos.  Íbamos a misa en iglesias coloniales del Centro y, seguramente, ese temor religioso, de oración, tomó mucha parte de mi inconsciente y esas veladoras prendidas y el oro iluminado y el encuentro con Dios, en mi infancia, me marcaron profundamente. 


En su obra, usted ha sublimado nuestra tradición ancestral, pero la ha fundido con el brillo de la cultura que ha acopiado a lo largo de muchos años de investigación. ¿Cuál ha sido su clave para lograr esa fusión evolucionada de los antiguos tapices medievales, con los gobelinos franceses renacentistas y los tejidos de los Incas?


Ante todo, yo no soy una investigadora, ni una estudiosa.  Yo no investigo: a mí me cuentan las cosas y ahí quedan. Mi hijo Diego, que sí es un intelectual, me contaba que los Incas se comunicaban con los nudos en los hilos.  Era una forma de comunicación matemática.  Era una forma de llevar la administración, a punta de hilos y nudos.  Todo eso me gusta, por lo que yo creo que significa el textil.  Para mí, lo más extraordinario es la expresión del tejido en el mundo, pero yo no lo estudio, lo siento, me comunico con eso.  Soy una admiradora profunda del tejido, no con la mente, sino con el corazón.  Además, me doy cuenta del trabajo envuelto en las manos de los seres humanos que han construido un gobelino, que tarda 2 ó 3 años en construcción, con ese amor por el hilo, por el color, por la fibra.  Pero no me interesa desarrollar esa parte intelectual.


¿Qué piensa de los tejidos y tapices de los indígenas peruanos, tan famosos por su creatividad en el color y en las formas?


Como los tejidos peruanos precolombinos, no hay igual en el mundo.  No conozco mucho el tejido contemporáneo en general y criticarlo sería absurdo, porque no lo he seguido mucho.  Yo siento que tengo influencia precolombina.  Cuando yo era estudiante en los Estados Unidos, viendo un libro de tejido precolombino, lo que más me impresionó fue su inventiva en la construcción del tejido.  Entonces, de pronto, yo descubrí que el tejido no era sentarse en un telar y tejer y tejer, sino que había toda clase de posibilidades de invención y que uno se podía liberar completamente del telar.  Ya un nudo en el aire es un tejido.  Eso me estimuló y me instruyó.  Los precolombinos cultivaban el algodón de colores: nacía verde, carmelito...  Eso es un gran misterio. 

 

Después de Olga de Amaral, ¿qué va a pasar con el arte del Tejido, en Colombia?


Ni idea, y no me preocupa mucho.  El que vaya a ser creativo en el tejido, luchará por eso.  También tengo que pensar que el camino de los otros, de pronto, tal vez es el mismo camino mío, sólo que ahora, con un Arte de tantas formas, de tantos aspectos, la gente tiene que tener una formación totalmente distinta, porque todos los parámetros del conocimiento del mundo son muy distintos.  Tal vez, resulte algo maravilloso, en la parte de construcción que es el tejido.

 

Háblenos de su gran colección de tejidos...


Yo tengo muchas ganas de que alguien forme un museo con eso.   Así como los pintores compran pinturas, cuando yo descubro algo, lo quiero poseer y siempre en mis viajes yo compraba textiles que me emocionaban, hasta que llegó un momento en que logré acopiar una enorme colección de cosas fantásticas, de distintas civilizaciones, que conseguí, no porque quisiera tener una colección que valiera, sino por la comunicación que yo lograba con estas piezas.  Un día la colgué y quise formar un museo textil, hace como 25 años, pero para eso uno tiene que dedicarse a hacer estudios e investigación, eso es una cosa inmensa. 

 

¿Y por qué no pensar seriamente en la construcción de un museo, no sólo con su colección de tejidos, sino también con su obra?


Alguien podría hacer eso, pero no voy a ser yo.  Yo lo único que quiero hacer es mi trabajo, aunque me gustaría ver que esas telas tan maravillosas tradicionales y antiguas que tengo cayeran en buenas manos y se pudieran ver.  Son alrededor de 800 textiles, entre los que puedo asegurar que hay unos 50 que son increíbles.

 

¿Alguna vez ha tomado a algún artista como referencia para su obra?


Nunca, y no es lo considere malo, sino que nunca he tenido la sensación de necesitarlo.  Aunque sí me identifico mucho con el Arte Japonés y con su creatividad, porque para ellos el gran arte es el de la cerámica y los tejidos, con todo lo que no es tanto pintura.

 

Grandes tejedores del mundo...

En el año 72, el MOMA, de New York, hizo una exposición, recogiendo el movimiento textil contemporáneo.  Éramos 17 personas del mundo entero, seleccionados por el museo y prácticamente la mitad eran realmente admirables y muy originales.  Era un movimiento nuevo, de salir del tapiz normal de cartón, para la construcción.  Magdalena Abakanowicz, polaca, más escultora que tejedora, es una gran artista.  Y creo que ahora hay muchas buenas tejedoras contemporáneas.

 

¿En su casa tejían? ¿Le tocó ver a su madre tejiendo?


A mamá la vi mucho bordando y cosiendo.  Era una mujer increíble.  Era inventora.  Yo también podría decir que soy como inventora.  Me gusta el invento, más que la originalidad.  Me gustan los puentes, las grandes construcciones, los aviones, lo que sucede.

 

Usted viene de una familia de ingenieros. ¿Alguno de sus antepasados tuvo que ver con ese movimiento textil de comienzos del siglo XX, que le dio tanta gloria a Antioquia?


No creo, aunque tuve unos tíos, Fabio y Pablo Vélez, que fueron los fundadores de Umco y fundaron también una fábrica de textiles que recuerdo mucho, porque tenían telares manuales, en los años 40.  Pero papá, que era egresado de la Escuela de Minas, fue, más bien, industrial. Él tenía una gran visión y tuvo mucho que ver más con el Túnel de la Quiebra , con la fábrica de Cementos Diamante, con Paz del Río.  Él se vino a Bogotá, a comienzos de los 30, por eso yo nací aquí (Bogotá). 

 

Usted ha tenido honores apenas comparables, en Colombia, con los que ha alcanzado Fernando Botero, ¿cuál ha sido el que más la ha estimulado y que la ha hecho sentir que ha valido la pena tanto esfuerzo?


Eso no va conmigo.  A mí no me creen que yo caí en el mundo de mi trabajo, porque me dio mucha felicidad cada paso de avance que yo daba, y además tenía la suerte de que tenía un entusiasmo constante.  Entonces, yo entré en eso, contenta, segura, tranquila.  De eso vivimos y alimentamos a nuestros hijos.  Con eso los educamos, con eso viajamos. Nunca nos ha decepcionado nuestra labor.  Pero a medida que pasa el tiempo, uno profundiza y la cosa se vuelve mucho más compleja.  La verdad es que sí he tenido reconocimientos increíbles, pero esa no es mi vitalidad, que para mí es hacer lo que quiero hacer. 

 

¿A qué mujeres admira, en el Arte Colombiano?


Yo no admiro a la persona, admiro al trabajo.  Yo respeto mucho a Beatriz González, no somos muy amigas, pero me gusta lo que hace.  Me gusta mucho lo que percibo en Doris Salcedo.  Ana Mercedes me cuesta más trabajo, tiene mucho estudio de color, pero me cuesta trabajo el sistema que usa, aunque es totalmente respetable eso de fotografiar y después proyectar, pero me gusta más cuando las cosas salen del fondo.  En María de la Paz , me han gustado épocas, pero no todas.  Freda Sargent me gusta mucho y me parece que no le ha ayudado el ser una extranjera solitaria, a la sombra de Obregón, no sólo como artista sino como personaje.  Queremos mucho a Mónica Meira.  

 

¿Cree que, siendo mujer y de su generación, le ha traído más libertad o independencia para desarrollarse como artista el haberse casado con un extranjero?


No tanto como extranjero, sino como Jim.  Es que Jim es especial.  Él, desde el principio creyó en mí y siempre me ha estimulado.  Por ejemplo, cuando me invitaron a exponer en el Japón, yo no quería ir, porque no me gusta volar, pero él me montó en un avión y me dio todo el ánimo.  A Jim y a mí, además del amor, nos unió la honestidad de cada cual en su búsqueda artística.

 

¿Cómo cree que va el rumbo actual del Arte Colombiano? ¿Cree, como muchos de sus contemporáneos, que el Arte está enfrentando una verdadera entropía?


Todo lo que yo digo son sensaciones, más que estudios y conceptos.  Pero, en mi humilde opinión, cuando uno ve mucha pintura, parece como si fuera un juego, un juego fácil, banal, decorativo.  Pero yo siento que hay una cosa estupenda en eso de ser pintor, que es que así como es exigente, puede que no lo sea para nada.  Tú te puedes mover en el mundo del Arte muy en serio o muy como en un juego.  Lo único importante es el resultado.  El arte conceptual, que cuando es bueno es poesía, también es como muy de diseño. Una persona creativa, con una idea de forma y de diseño, puede armar algo conceptual, con gran facilidad.   El arte conceptual es difícil, por lo fácil.

 

UNA GRAN EMBAJADORA DEL PAÎS

 

De padres antioqueños, Olga Ceballos Vélez (posteriormente, de Amaral) nació en Bogotá, en 1932.  Estudió Diseño Arquitectónico en el Colegio Mayor de Cundinamarca, en Bogotá, y Textiles y Diseño en Cranbrook Academy of Art, Bloomfield Hills, Michigan, Estados Unidos.

Ha sido directora para Latinoamérica, ante el World Crafts Council y directora del taller de textiles en Haystack Mountain School of Crafts, en Maine y el de Penland School of Crafts, en Carolina del Norte.  Fundó en 1965, y dirigió el Departamento de Textiles de la Universidad de los Andes, en Bogotá.  Fue profesora, además, en el California College of Arts & Crafts y en la Universidad de California. 

Fue ganadora de la beca Guggenheim Fellowship, en 1973, y ganó el primer premio en la III Bienal de Arte de Coltejer, en Medellín, en 1972, y el primer premio en el XXII Salón de Artistas Nacionales, en Bogotá.  Ha recibido, además, numerosos homenajes en Colombia, Estados Unidos y Costa Rica.

Su obra se ha presentado en más de 70 exposiciones individuales en Colombia y en ciudades como París y Angers (Francia); Nueva York, Washington, San Francisco, Miami, Chicago, Kansas City, Cleveland, Albuquerque, Michigan, Indianápolis, Fresno y Santa Fe (USA); Tokio (Japón); Melbourne y Sidney (Australia); Venecia (Italia); Lausana (Suiza); Dormagen y Heidelberg (Alemania); Belén (Portugal) Caracas y Carabobo (Venezuela); Lima (Perú); Quito y Guayaquil (Ecuador); y en más de 80 muestras colectivas en Colombia, Estados Unidos, Francia, Alemania, Dinamarca, Italia, Suiza, Holanda,  Noruega, Polonia, Nueva Zelanda, Japón y Venezuela.

Ha sido ponente y conferencista en importantes escenarios del mundo.  Seguros Bolívar publicó el libro “Olga de Amaral: El manto de la memoria”, acerca de sus creaciones artísticas, y también se han impreso muchas publicaciones nacionales e internacionales sobre las mismas.  Su obra está presente en más de 80 colecciones públicas y museos, en todo el mundo.

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1 agosto 2009 6 01 /08 /agosto /2009 14:50

La nueva serie de David Manzur



El periodista y el artista entrevistado.  Casa de David Manzur, Mosquera, 2007


SERGIO ESTEBAN VÉLEZ
El Mundo, 12 de mayo de 2008



“Las ciudades oxidadas” es el título que ha dado David Manzur a la nueva etapa de su producción, en la que está trabajando, desde el año 2004.    


Según David Manzur, esta nueva fisonomía de su obra es la que mejor refleja su trasfondo vital existencial y con la que más se identifica.
Barcos oxidados, en ciudades desiertas y abandonadas; potros briosos, bestiales, que se convierten en máquinas, y se funden con figuras humanas sin rasgos definidos, de expresión desesperada y ojos desorbitados... son los objetos centrales del nuevo canto manzuriano. 
Hay también algunas obras, sobrecogedoras, que aluden al genocidio nazi y que tienen fundamento no sólo en la afinidad que siente Manzur con los hijos de la raza de Leví (su abuela paterna era judía-rusa), sino también en los recuerdos de sus años de estadía, durante la II Guerra Mundial, en un internado en Canarias, en el que le tocó tratar con frecuencia con soldados nazis que regalaban chocolates a los niños y, alguna vez, fue retratado, con su grupo escolar, en compañía de
Rommel, el perverso mariscal hitleriano.
“Las líneas de fuga escapan a la geometría y su paleta se abre.  Ya los jinetes no son jinetes, porque sólo una parte se sugiere, para que el espectador complete la figura.  Son los juegos visuales de Manzur, el artista insular, el genio, el oficioso, el inquieto, el diverso, el niño solitario que hoy sabe pintar como ninguno su propia soledad”, escribe sobre este trabajo Margarita Vidal.
Para el planteamiento conceptual de esta nueva serie, Manzur se ha inspirado en las vivencias de su infancia en África y en los recientes viajes que ha hecho a la India y a la Antártida.  Sobre esta travesía al Continente Blanco, de la cual llegó, hace un mes, Manzur se estremece cuando narra que, en la península Antártica, encontró una “ciudad oxidada”, muerta y desabrigada, tal como las que su imaginación ha ido recreando, desde hace años. 
Esa hecatombe de memoria y de recuerdos mezclados y desdibujados es lo que hace que los personajes de tantas de sus obras actuales no tengan rasgos definidos y tengan fisonomías apenas sugeridas.
Gracias al apoyo del CODI de la Universidad de Antioquia, pudimos conversar con este alto representante de la generación de los grandes maestros de la Modernidad en Colombia, en su estudio, en las afueras de Bogotá, en el marco de las actividades del proyecto “El lenguaje expresivo del maestro David Manzur, en sus propias palabras”.


Primero, el Cubismo; después, la Geometría, el Abstraccionismo y el Constructivismo; luego, ese Surrealismo medieval metafísico... Ahora, las “ciudades oxidadas”, que están enfocadas a la explosión de su trasfondo existencial.  ¿De dónde este paso?


Yo siempre le he dado rienda suelta al flash back de la vida.  Una palabra que vengo usando mucho, últimamente, cuando me toca hablar es la de lo que es el trasfondo en un artista.  Todo ser humano tiene un trasfondo que no está en lo que él ejecuta, sino en lo que lo provoca a ejecutar. 
Ese trasfondo no es otra cosa que lo que le pasa al hombre en la vida, pero para no pensar en términos poéticos o sobrenaturales o metafísicos o siquiátricos, simplemente la vida es tan simple como que el calor es parte de ese trasfondo; el frío, la alegría, la tristeza, la soledad, la rabia... todos estos elementos que son aparentemente abstractos van creando una necesidad de expresarlos, en alguna manera, y esto une a poetas,  a músicos, a escritores, si es en el campo de las Artes, pero puede unir a economistas, a políticos, a científicos. 
Es ese motor que impulsa al tipo a buscar y a descubrir.  Si Einstein no tuviera trasfondo, no le habría importado buscar nada...  y llegó hasta la bomba atómica. 


¿Y cómo se traduce su trasfondo en “Las ciudades oxidadas”?


El trasfondo se traduce en manifestaciones, y ahí es cuando yo digo que el trasfondo me ha ido permitiendo empujar imágenes que vienen mezcladas de todo ese retazo de recuerdos de muchos años, que no tienen coherencia unos con otros:  que yo soy un niño que juega en un barco hundido... que hay un concepto abstracto extraño de la luz del sol con la herrumbre del cuadro, tal vez eso tenga que ver todavía con el concepto cromático que tengo en la obra mía, pero me tengo que remontar a Neira, con Hernando Giraldo, cuando hacíamos procesiones, a los cuatro años, ¡y la impresión que me causaban esos santos vestidos enormes, acompañados de música!
Estuve en el África: que los negros, que el kínder, que las monjas...  Luego me mandan a un colegio donde todo era o la iglesia o el hambre, es en tiempo de guerra... No se sabía qué iba a pasar y había días en que no había colegio, porque había un problema y había que bajar al refugio.  ¡Se van acumulando cosas!
El tiempo vuelve pedazos todo eso, y es el paso siguiente que voy a dar. 



                                                  Sergio Esteban Vélez, David Manzur y Belisario Betancur


¿Y cuál fue el momento, después de tantos años de incubación, en el que se decidió a dejar que brotara esta nueva etapa, tan expresionista?


La exposición que hice en la Galería Mundo, en el 2004, en que presenté el último San Sebastián, la llamé el “punto cero”, queriendo decir con ello que hasta ahí llegaba al concepto de la proporción y cierto formalismo en la ejecución, el naturalismo en elementos locales, pero el absurdo en la combinación de los elementos. 
Llegué al punto cero, y el trasfondo sigue siendo ese colchón de retazos tremendo.  Hay un presente siempre, posiblemente una emoción de momento más fuerte, y el presente siempre trata de borrar esos recuerdos, pero no se borran.  Tal vez lo que uno hace es una mínima parte de lo que hay en el cerebro, pero el paso que viene no es otra cosa que, con esos pedazos, construir las nuevas formas. 
Entonces, aparecen esas ciudades oxidadas, esas figuras imposibles, esos recuerdos, mis amigos judíos que murieron en campos de concentración...
No se necesita hacer cambios muy grandes: un San Sebastián evocando esa época renacentista se cambia por cualquiera de esos mártires en los campos de Aushwitz, y sigue siendo un San Sebastián.


¿Y Por qué romper la proporción, en esta etapa de su obra?


Porque se libera uno, y esa libertad es un paso adelante.  A pesar de la edad que tengo, tengo, tal vez, más ganas, más inquietud, más curiosidad, más rebeldía, que cuando tenía veinte años.  



                                                               David Manzur y Sergio Esteban Vélez


¿Cómo definir ese trasegar incesante suyo por estilos tan diversos, hasta, después de tantas exploraciones, llegar a estas “Ciudades oxidadas”?


Uno es el mismo, de todas maneras, pero uno, si analiza todo lo que ha hecho, llega a un punto, sube a otro, baja, explora aquí y allá.  La contemporaneidad sí tiene eso: una informática tan simultánea, que ese cuento del estilo como repetición de un sistema es la mentira más grande que ha habido. 
Empecemos por Picasso: él nunca se comprometió con un estilo.  Todo lo de él lo unifica, pero hay que ver las diferencias de sus propuestas, y lo mismo le pasa a cualquier artista contemporáneo.  Yo no soy ajeno a millones de circunstancias, anímicas y visuales, que hacen que yo tenga la necesidad de expresarme cambiando a cada rato.    A mí, me parece que sería grave que, en homenaje a un estilo, lo que encontrara fuera una especie de fórmula o sistema, para que Manzur fuera una determinada cosa y no se pudiera salir de ahí. 
No.  Yo rompo. Y, en este momento, es impredecible lo que pueda venir.


Siento, además, que, ahora más que nunca, está representando las cosas como son por dentro...


Ojalá lo lograra así, en el sentido de que llegara, no a la dimensión visual, sino a la esencia de todas las circunstancias, que, en cierta manera, serían el fruto de lo que lleva uno por dentro, en el trasfondo.


¿Qué es lo más significativo, en su trabajo actual, en el cambio en el espacio compositivo, los puntos de fuga y la escala de los elementos?


“Las ciudades oxidadas”, por encima de esos detalles técnicos relacionados con la perspectiva, es un concepto de algo que se destruye, y a veces no necesita los apoyos de los elementos básicos de una perspectiva. 
Yo tengo,  por ejemplo, unos dibujos en los que el fondo está limpio, no hay nada, y allí no hay problema... Pero generalmente, cuando hablo de Ciudades Oxidadas son sugerencias de ciudades que se combinan con barcos hundidos, pues a mí se me quedó grabado de por vida, cuando yo jugaba en “El Antoñico”, que era un barco encallado en Guinea Ecuatorial, el color del óxido bañado por la luz del sol de la tarde, que marcaba un efecto tal, que no solamente era visual sino anímico.  Entonces, vienen estas imágenes, y el recuerdo viene a hacer un papel muy importante, fundiendo ideas: ciudades oxidadas con barcos hundidos; colores de óxido iluminados con luz de sol; espuma de mar blanca, contra el azul que golpea contra el óxido... la alegría, la soledad, el sentirme dueño del barco, el miedo a que la marea suba y me coja... Es como si fuera una regresión.  Y eso, justamente, me da trabajo, porque estas condiciones no siempre afloran, y, si no afloran, no las siento...


¿Por qué, en los fondos de “Las ciudades oxidadas”, continúa esa insistencia tuya por pintar las atmósferas crepusculares?


En los últimos cuadros, he buscado unos cielos que se acomodan más a esa imagen que tengo en la mente grabada, de un lugar donde el cielo no tiene crepúsculo, sino que va degradando en luz... algo ambarino o nebuloso, donde todo es oxidado, como en esos talleres de hierro y de chatarras.  Sí, es una necesidad que no sé por qué es.


¿Cómo es eso de que ahora va a incursionar nuevamente en la escultura?


Yo paso a la escultura, sin ningún problema, porque, en el fondo, yo pinto siempre con sentido de volumen, bien sea general, creando perspectiva, o local, cuando el elemento tiene volumen, pero el fondo es plano. 


DESTACADO


“Los primeros ensayos de esta etapa son las apreciaciones del recuerdo de los Campos de Concentración, como respuesta casi subconsciente a cosas de las que vine a enterarme después, porque, cuando era niño y las tenía muy cerca, no las sabía.  Entonces, en este campo de ‘Las ciudades oxidadas’, todo eso existe”.


DESTACADO:


“En ‘Las ciudades oxidadas’, he estado muy consciente de un aspecto que ya nos está preocupando a todos, que es
el deterioro ambiental.  M me impresionó mucho el viaje a la India, porque allá hay ‘Ciudades oxidadas’, pero se me olvidó que aquí están también, tugurios tan tenebrosos como los de la India”.


EL MÁS EXPRESIONISTA DE SUS PERÍODOS


Sobre el naciente trabajo expresionista de Manzur, el crítico Eduardo Serrano afirma que: “Para Manzur, en este momento, a comienzos del siglo XXI, es más pertinente la comprensión y dominio de las enseñanzas de la humanidad, que experimentar con nuevos materiales o buscar innovaciones estilísticas, de la misma manera que es más importante la comunicación de sentimientos y emociones, que la comprobación de proyectos y teorías.  En su trabajo se subraya la gran diferencia que existe entre originalidad e improvisación (y de ahí su señalado interés por el automatismo surrealista), al tiempo que se enfatizan, por una parte, la sensibilidad artística y social, y por otra parte, el ensueño y la memoria, como recursos creativos de insospechado poder”.

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2 junio 2009 2 02 /06 /junio /2009 09:56

SERGIO ESTEBAN VÉLEZ

El Mundo, 24 de febrero de 2008

 

Alberto Donadío presentó en Medellín un libro con la correspondencia de su suegro, el liberal Alejandro Galvis. Con el texto deja de lado las investigaciones periodísticas que hicieron temblar al país con sus revelaciones, para internarse en la vida de un personaje de influencia nacional.

El pasado jueves, en la Torre de la Memoria de la Biblioteca Pública Piloto, se hizo el lanzamiento en Antioquia del libro “Galvis Galvis o el carácter”, de Alberto Donadío. La presentación estuvo a cargo del ex alcalde de Medellín y columnista de EL MUNDO Evelio Ramírez Martínez.

El libro comprende una selección de la correspondencia del patriarca liberal de Santander Alejandro Galvis Galvis con siete presidentes de la República y otros grandes personajes nacionales de su época.

La idea de realizar este libro le surgió a Donadío, luego de conocer la compilación de las “Cartas del exilio”, de Eduardo Santos y Carlos Lleras Restrepo, importante documento histórico de la época de la violencia partidista en Colombia.

Donadío tomó la decisión de sentarse, durante dos años, a estudiar el archivo personal y las casi 2.000 cartas de Galvis Galvis (propiedad de su hijo Alejandro, presidente del Grupo Editorial Galvis Ramírez), y, según él, encontró: “Un material extraordinario”.

Las cartas estaban organizadas por corresponsal y además había una copia de cada una de las que Galvis había escrito, desde 1915. De éstas, lo sorprendió principalmente la excelencia del manejo del castellano y la riqueza de su prosa. “Las cartas no son coloquiales: son todas muy formales, casi como los editoriales que él escribía”, anota Donadío.

Seguramente, en las cartas publicadas en este libro, los lectores podremos encontrar, de primera mano, algunos secretos acerca de importantes sucesos de nuestra historia que no se conocían públicamente.

Realmente no hay grandes revelaciones, como sí las hay en el libro de las cartas entre Santos y Lleras. Hay la confirmación de lo que ya Galvis Galvis había contado en su autobiografía, publicada hace 30 años. Lo único que sí es nuevo y que no conocía ni siquiera la familia es el pleito de Galvis con sus suegros, en México, por la hija que nunca pudo recuperar.

¿Cuál de los corresponsales del doctor Galvis que figuran en el libro reúne las condiciones más próximas al perfil de estadista, y cuál fue el que hizo un mejor trabajo político?


   López Pumarejo y Santos, que son las grandes figuras  indiscutibles del Liberalismo. López Pumarejo es la primera figura política de Colombia, en el siglo XX, no tanto por lo que hizo efectivo, sino porque abrió las ventanas del país para refrescarlo.

El ex presidente López Michelsen y usted han coincidido en identificar a Alejandro Galvis con la palabra “carácter”. ¿Por qué ha sido esta la palabra escogida?

Porque es una de las características más claras en Galvis Galvis. Era una persona muy radical, no se dejaba manosear y, cuando se trataba de principios, no era posible negociar con él. Dicen que en una ocasión no le dio la mano al Presidente de la República (Roberto Urdaneta), y le dijo: “Yo no le doy la mano a un asesino”. Por eso, cuando Galvis murió, López utilizó esa palabra para recordarlo.

La gente conoce a Alberto Donadío por su valentía a la hora de llevar a los poderosos al banquillo de los acusados. ¿Cree que el hecho de ser yerno del doctor Galvis pueda limitar su objetividad a la hora de seleccionar y publicar los contenidos de este libro?

Sí, es posible. Aunque yo no lo conocí a él. Se dejaron por fuera muchas cosas porque era imposible publicarlas todas. Pero no había grandes secretos.

Además, él tuvo unos enemigos conservadores furibundos, como Pedro Nel Rueda Uribe, quien cuando quemaron el periódico era gobernador. Él escribió un libro contra Galvis Galvis que se llama “La cremación de la moral” en el que lo ataca de todas las maneras.

Entonces no había nada para ocultar, porque la historia política de él ha sido clarísima: era enemigo a muerte de los conservadores. Y en la época de la violencia, dormían en el piso del garaje de su casa unos 15 ó 20 soldados para cuidarlo porque pasaban “los Pájaros” disparando. Si no, la Policía lo hubiese matado.

¿Y por qué no se fue del país, como la mayoría de los patriarcas liberales?

Él no se quiso ir. Fue de los pocos jefes liberales que no se fueron. Esa es otra razón por la cual, después de la Violencia, los liberales siempre votaban por él, porque sabían que no los había abandonado, que se había quedado y había sufrido lo que ellos también sufrieron.

¿Qué habría dicho el doctor Galvis, si hubiera visto al Partido Liberal de nuestros días?

No lo reconocería. No habría creído. La única causa de su vida era el Partido Liberal que en esa época no estaba dirigido por gente que estuviera dedicada a robar.

¿Se siente identificado, en algún aspecto psicológico o vital con el doctor Alejandro Galvis?

En la parte periodística, en la defensa radical de sus ideas y en sus ataques contra los conservadores.

¿Por qué este viraje de su tradicional periodismo investigativo especializado en destapar escándalos, a publicar un libro sobre un patriarca regional?

Porque ahora yo vivo en Bucaramanga, y me pareció muy importante el archivo de Galvis Galvis. Hay muy poquitos archivos de nuestras figuras del siglo XX, y si los hay, no han salido. Y la Historia muchas veces se hace con base en marcos teóricos o ideológicos, cuando yo creo que es más interesante contarla a través de la vida de las personas, reflejada en sus cartas.

¿En qué otro prohombre colombiano de ese período que no hubiera alcanzado la Presidencia de la República, le gustaría profundizar para un posible libro?

Echandía.

Pero él sí fue Presidente.

Pero no titular. Él era íntegro, muy intelectual y gran jurista, aunque no era un hombre de acción. Eduardo Santos, que sí fue presidente también me interesa porque era un hombre de gran cultura, muy fino. Infortunadamente dejó una muy mala descendencia indirecta. No hay una biografía de Santos, ni buena ni mala.

Sí, hay varias, y están publicadas.

Hay mucha gente que ha escrito sobre Santos, pero nadie se ha dedicado 5 años a escribir su biografía completa como periodista, diplomático y presidente.

Y sobre la familia Santos, muy emparentada con los Galvis, también se ha escrito mucho. Hay, por ejemplo, un libro que se llama “El Tío”.

Sí, pero ese es un libro de chismes sobre los sobrinos. Qué tal sacar un libro para decir que don Hernando Santos era homosexual...

Eso fue comentadísimo...

Usted debe conocer el chiste que había, en la época de Gaviria de que Hernando Santos iba por la carrera séptima con uno de sus muchachos, y se encuentran con Gaviria y entonces Santos le dice: “Presidente, le presento a mi sobrino”, y Gaviria le contesta: “Yo lo conozco, él fue sobrino mío, el año pasado”.

 

El autor - Alberto Donadío

Este abogado cucuteño es uno de los pioneros del Periodismo Investigativo en Colombia. En 1972 fundó con Daniel Samper la Unidad Investigativa de “El Tiempo”, donde publicó denuncias que desencadenaron escándalos de gran resonancia nacional. Obtuvo el Premio Nacional de Periodismo Simón Bolívar y el Premio del Círculo de Periodistas de Bogotá. Ha publicado los siguientes libros: Banqueros en el banquillo (1983), ¿Por qué cayó Jaime Michelsen? (1984), El espejismo del subsidio familiar (1985), Los hermanos del Presidente (1993), La guerra con el Perú (1995), Yo, el Fiscal (1996), La mente descarrilada (1997), El Uñilargo (2003) y Los farsantes (2007). Con su esposa, Silvia Galvis, es coautor de Colombia Nazi (1986) y El Jefe Supremo. Rojas Pinilla en la Violencia y el poder (1988).

Fue el primer secretario general de la Comisión Andina de Juristas. Consultor de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) e investigador del Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF) sobre el tráfico de la fauna silvestre en los países de la cuenca amazónica. En 1981 recibió el Latin American Conservation Award.

 

El personaje - Alejandro Galvis Galvis

“Uno no sabe cómo un huérfano, muy pobre, de un pueblito pequeño y olvidado, haya, por sus propios méritos, surgido y llegado hasta donde llegó”, dice Alberto Donadío de este político y periodista santandereano.

Nació en Curití, Santander, en 1891. Abogado. Fundó y dirigió por decenios “Vanguardia Liberal”, el más antiguo diario del Oriente Colombiano.

Fue ministro de Guerra, en el segundo gobierno de López Pumarejo; dos veces gobernador de Santander, presidente del Congreso y embajador de Colombia en España, México y Venezuela.

Como jefe del Liberalismo y director de “Vanguardia Liberal”, fue uno de los líderes de las principales actividades e iniciativas que se desarrollaron en Santander, especialmente en los decenios de 1950, 60 y 70.

Recibió en 1979 el Premio Nacional de Periodismo “Simón Bolívar” y donó la totalidad del dinero para la fundación de la Facultad de Comunicaciones de la Universidad Autónoma de Bucaramanga. Fue merecedor de la Cruz de Boyacá, máxima condecoración nacional.

Falleció en 1981. “Estoy abrumado por el peso de esta pena”, declaró el presidente Julio César Turbay, al conocer la noticia.
La gente, con la cual fue siempre muy accesible y solidario, lo recuerda por sus posiciones firmes, beligerantes e inclaudicables y por la manera clara y contundente en que expresaba sus ideas.

Padre de una de las familias más influyentes de Santander (y de la prensa colombiana) “Sus hijos salieron con un criterio empresarial más moderno, que él tal vez no tenía”, afirma Donadío.

 

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2 junio 2009 2 02 /06 /junio /2009 09:50

En el marco del XI Festival Iberoamericano de Teatro, que se clausura hoy, una de sus mayores impulsoras, la Ministra de Cultura, conversa con EL MUNDO, acerca de sus estrategias y directrices para impulsar las Artes, en Colombia.


 

                            La ministra de Cultura, Paula Moreno, en compañía de Fanny Mikey y del alcalde de Bogotá, 
                        Samuel Moreno Rojas,durante la inauguración del XI Festival Iberoamericano de Teatro de Bogotá

 

SERGIO ESTEBAN VÉLEZ

Enviado especial

Festival Iberoamericano de  Teatro

Bogotá D. C.

El Mundo, 23  de marzo de 2008

 

 

Desde que, en junio del año pasado, Paula Marcela Moreno asumió el timón del Ministerio de Cultura, se previó que habría grandes cambios en los enfoques y proyectos de este alto estamento gubernamental.  Aparte de ser la ministra más joven que asume esta cartera (28 años de edad), es la primera persona afrodescendiente al frente de un ministerio, en nuestro país.   

La notamos entusiasmada con el grueso portafolio de programas que desarrolla el Ministerio.  En cuanto al Festival Iberoamericano de Teatro, la fiesta cultural más grande de Colombia,  su opinión es que este festival es un bien público que genera en los colombianos la ilusión de nuevos mundos posibles. 

Aplaude, como toda nuestra nación, a Fanny Mikey, y le agradece su propósito de enriquecer y "visibilizar" la Cultura, en este país.  Destaca que, gracias a su compromiso y a su constancia, Colombia no sólo se muestra en el Exterior de una manera positiva, sino que logra convocar a cientos de artistas y ciudadanos de todo el mundo, para que disfruten de nuestra diversidad cultural, la mejor carta de presentación  de Colombia.

Del Festival, al cual el Ministerio asigna una significativa partida económica, exalta que, en cada nueva versión, está haciendo mayor énfasis por divulgar también otros campos de la creación, como la Danza, la Música, el Diseño y las Letras.   Dice también que es un festival “Abierto a la gente.  Uno siempre siente que se está perdiendo de algo, cuando no está.  Las mejores obras de las Artes Escénicas del mundo están acá”.

Se siente orgullosa de que el Ministerio hubiese contribuido a que, en esta edición, se lograra una nueva descentralización del Festival, con decenas de presentaciones que han nutrido espiritualmente a miles de espectadores de Chocó, Meta, Bolívar, La Guajira, Tolima, Sucre y algunos lugares en los cuales la población nunca ha estado en contacto con la magia del Teatro.

Ahora, sus energías y sus bríos están encaminadas, muy especialmente, aparte de la dirección de los programas del Ministerio, a las festividades de la gran conmemoración del bicentenario de la Independencia, en 2010.   Esa celebración tendrá el lema de “Una historia con futuro”.

A pesar de la intensa agenda que implica ser una ministra del presidente Uribe, Paula Marcela Moreno sacó tiempo para conversar con EL MUNDO. 


Cuando estudió en Europa, ¿era aficionada al Teatro?

No tanto.  La verdad, en Cambridge, no había tantas opciones para ir a Teatro, y, en Londres, atendí una o dos obras, pero no mucho.

 

¿Por qué es importante que el Ministerio de Cultura destine una de sus mayores partidas presupuestales al respaldo de iniciativas como el Festival Iberoamericano de Teatro?

Porque la Cultura sensibiliza y ayuda a generar unos proyectos de vida constructivos.  Además, es una oportunidad de traer el mundo a Colombia, pero también de mostrar a Colombia, ante el mundo.

 

¿Cómo con la Cultura se puede contribuir a crear una conciencia pro paz?

Sensibilizando.  Precisamente, a través del Teatro, la Música, la Danza… el ser humano se sensibiliza en su esencia, se encuentra y se confronta, y a través de ese encuentro, se logra una mejor calidad de vida y una capacidad de superación que le permite encontrarse consigo mismo.

 

¿Cree que es suficiente el auspicio que dan los entes gubernamentales colombianos a la promoción y protección de las manifestaciones culturales?

Los recursos siempre son escasos, para el nivel de las necesidades, en todo, pero hacemos lo posible por contribuir en lo que podemos.

 

¿Qué estrategias está craneando y desarrollando el Ministerio, para lograr la cooperación de otros gobiernos y de fundaciones y entidades internacionales, para que, en Colombia, siga creciendo el respaldo a festivales como este de Teatro y a las demás expresiones artísticas?

Nosotros estamos trabajando una estrategia de emprendimiento cultural y este festival de Teatro es el mejor ejemplo, pues se generan unos esquemas de sostenibilidad que ayudan a cofinanciar, si no en su totalidad, por lo menos en gran parte la realización de estos eventos.

 

¿Qué cree que ha sido lo más especial de esta versión del festival, en la cual se celebran 20 años de su fundación?

Estar en las regiones.  En Bogotá, que es epicentro artístico y cultural, pero, a la vez, en 6 departamentos, que pueden disfrutar de una programación de lujo, gracias, en parte, a la colaboración del Ministerio y de Acción Social.

 

¿Cómo la nueva Ley del Teatro podrá fomentar que, en Colombia, se acreciente el respaldo a los creadores y trabajadores teatrales?

Eso es un reconocimiento a las Artes Escénicas.  Estamos avanzando en analizar cómo puede ser el fondo que ayude al desarrollo de diferentes escenarios y de creación colectiva.  Estamos en ese proceso. 

 

¿Cree que la Ley del Teatro está diseñada de forma que pueda dar tan buenos resultados como la Ley del Cine?

Eso aspiramos.  Todo depende, también, del fondo que se genere.

 

¿Qué piensa de que, además del Festival Iberoamericano de Teatro, en Colombia se esté dando una explosión de fomento a las Artes Escénicas, a través de los festivales internacionales, nacionales, alternativos y comunitarios, las redes de dramaturgos y las escuelas de Actuación y  Dirección?

Abiertos.  Todos los espacios de expresión son bienvenidos.

 

¿Cómo van las celebraciones y el balance, en los 10 años de la creación del Ministerio?

El año pasado, realizamos una serie de celebraciones, internas y externas, y un proceso de planeación estratégica y de evaluación de lo que está haciendo el Ministerio.   Estamos avanzando en la línea de un ministerio que quiere ser, cada día, más protagonista del desarrollo del país.

 

¿Cómo se está repartiendo, porcentualmente, el apoyo económico del Ministerio a las manifestaciones culturales, dependiendo de si son folclóricas, de la Alta Cultura tradicional o de la cultura de estudios sociológicos o étnicos?

No podría hablarle de un porcentaje exacto.  Podría darle ese dato, más adelante.  Nosotros tenemos una gran bolsa para eventos culturales, que es el Programa Nacional de Concertación y son 23.000 millones de pesos, este año.

 

¿El Ministerio ha concebido o respaldado algún proyecto especial para la propulsión del Teatro, en Medellín?

Nosotros tenemos el Plan Nacional para las Artes.  Ya venimos, incluso, trabajando un programa de Itinerancias por Colombia y apoyando a algunos grupos de Teatro, y en eso estamos.

 

¿Cómo ha sido la relación del Ministerio con la los programas culturales de la Alcaldía de Medellín?

Con la Alcaldía, somos socios, hace un buen tiempo y, en efecto, acompañamos los procesos.  Obviamente, la Alcaldía de Medellín tiene una gran fortaleza en Gestión Cultural y acabamos de estar con el Secretario de Cultura, generando una agenda.

 

Muchos han dicho que se espera que, bajo su orientación, el Ministerio de Cultura se enfoque a rescatar el acervo patrimonial cultural de nuestras minorías étnicas, que ha sido soslayado e ignorado, por siglos.  ¿Cómo está dando cumplimiento a este propósito?

 Estamos trabajando unas líneas específicas de enfoque diferencial.  En el programa de Estímulos y en el Nacional de Concertación, tenemos unas estrategias y unos programas diferenciales con una focalización regional, que nos va a permitir dar una visibilidad y generar unas acciones afirmativas para los grupos minoritarios.

 

 EL TIEMPO LE HA RENDIDO

 

A pesar de su juventud (nació en 1978), el tiempo le ha rendido a esta bogotana.  Es ingeniera industrial de la Universidad Autónoma de Colombia y realizó una maestría, en la Universidad de Cambridge (Inglaterra). Aparte del español, habla fluidamente los idiomas inglés, italiano y francés.

Su trabajo se ha orientado, más que todo, al trabajo comunitario y a investigaciones para organizaciones internacionales e instituciones educativas. Fue consultora de la Organización Panamericana de la Salud y de las Universidades del Pacífico y de Los Andes.  Además, se ha desempeñado como consultora de la Dirección de Étnias del Ministerio del Interior y de Justicia y como consultora de la Asociación de Consejos Comunitarios de Timbiquí y Asomanosnegra.
También laboró en la Fundación Panamericana para el Desarrollo (Fupad), Chemonics International Inc, Fescol, Conferencia de las Naciones Unidas para el Comercio y el Desarrollo (Unctad), en Ginebra (Suiza), la Cámara de Comercio de Bogotá y la Central de Juventudes. 

 

 

 

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2 junio 2009 2 02 /06 /junio /2009 09:44
Esta noche, en el Teatro Metropolitano “José Gutiérrez Gómez”, Medellín podrá vibrar con la música electrizante de “Ultratango”, uno de los principales grupos de Tango Electrónico en el mundo.





SERGIO ESTEBAN VÉLEZ
Enviado especial
Bogotá D. C.
El Mundo, 2 de abril de 2008
 

El pasado jueves, se llenó por completo el gran auditorio “León de Greiff”, de la Universidad Nacional, en Bogotá.  No había una sola plaza disponible.  El público los aclamó y los largos aplausos fueron correspondidos con sorprendentes encores. 
“La gente está loca por verlos”, nos dijo Fanny Mikey, a quien debemos la visita de este importante grupo argentino a nuestro país.  Una vez más, esta mujer, al igual que el Tango, es vehículo de cohesión entre Colombia y Argentina.
Ahora, el turno es para Medellín.  En “la ciudad más tanguera del mundo”, presentarán un concierto, con lo mejor de su discografía, que incluye versiones “actualizadas” de las obras “metafísicas” y sofisticadas de Piazzolla, ensayos de mezclas de tango con otros ritmos y también tangos tradicionales, como los de Troilo, que tocan “por molestar”.
Es posible que los inventores de la “Milonga Reggaetón” puedan encontrar en Medellín el secreto del Tango que se quedó aferrado en nuestras gentes, que, luego de la muerte de Carlos Gardel, “Carlitos”, descubrió en el Tango el mejor medio de catarsis existencial.
Los integrantes de la agrupación han demostrado que, aparte de la originalidad e innovación de sus creaciones, en las que conviven el zaguán y el conventillo con rascacielos inteligentes, son grandes conocedores y ejecutantes de la Música Académica.  El piano (Gastón Satragno), magistral; el violín (Sami Abadi), virtuoso; la percusión (Braulio D´Aguirre), refinada,  y ni hablar del bandoneón (Julio Pérez), que siempre logra que el público se venza con sus quejas nostálgicas.
EL MUNDO estuvo conversando con su director musical, Leo Satragno.
 
¿Qué cree que habría pensado Astor Piazzolla, si hubiera conocido esta interpretación que ustedes están haciendo de su obra?

Creo que le habría podido gustar mucho, porque somos muy respetuosos de lo que él escribió.  Hay mucha gente que opina que las mejores versiones nuevas de algunos de los temas suyos son las nuestras.
 
En Buenos Aires, cuando uno va caminando por calles emblemáticas, como La Florida, se da cuenta de que, de pronto, sale una música magnética de un almacén de discos, y la gente se queda en la puerta, escuchando, por largo rato.  Y resulta que esta es la música de Ultratango. Yo, particularmente, no pude resistir la tentación de entrar y comprar discos de ustedes, para mis amigos y para mí.  ¿Cuál cree que es la clave o la combinación perfecta que hace que su música produzca esta fascinación en la gente?

Yo creo que es la onda entre nosotros.  El hecho de ser amigos, compañeros y dedicarnos a tocar juntos la música de nuestra ciudad, es un extra, más allá de la interpretación musical.  Disfrutamos mucho, cada vez que tocamos.  Para nosotros, cada noche es única.  El encanto está en que, como disfrutamos nosotros, disfrutan todos los demás.
 







¿Por qué cree que el Tango es el único ritmo en cuyo gusto coinciden innumerables personas de todas las edades y todas las clases sociales?

A la gente le gusta la música que tenga mucha sustancia y carácter.  Y el tango tiene muchísima personalidad.  Esta versión actualizada nuestra capta más público joven, pero la gente grande se copa también.  Nosotros siempre quisimos mostrarnos como una banda de tango de verdad, tango actual.
 
En los albores del siglo XX, Tango tradicional; luego, Tango depurado, académico: Piazzolla, y ahora, Tango electrónico.  ¿Cree que, necesariamente, lo que se ha dado ha sido una evolución tanguística?

Sí.  Por suerte.  Durante los 80, hasta finales del 90, el sonido del Tango estuvo muy estancado.  Pero todo tiene que ir cambiando, si pretende seguir vivo.  Entonces, hay que hacer actualizaciones de sonido, cambiar los instrumentos por otros más modernos y trabajar con computadoras, para que siga viviendo.
 
¿Qué ritmos cree que era necesario fusionar con el Tango, para que este pudiera ser contemporáneo?

Hay temas muy viejos a los que les podés poner un bongo trance, y queda perfecto.  Lo mismo el Reggaetón mezclado con la Milonga, que, aunque no tienen nada que ver y tienen siglos de diferencia, los ponés juntos y enganchan perfecto.
 
¿Por qué tanto Piazzolla y tan poco Gardel?

Lo que pasa es que Gardel es más cantado y nosotros optamos por un repertorio más instrumental.  Pero, con papá (Raúl Lavié) cantando, estamos formando un disco nuevo, de canciones de Tango.  Ahí sí sale bien.  La verdad es que yo no canto como mi viejo.
 
¿Cuál es el próximo proyecto que tienen en mente?

Como súper mega proyecto, nos gustaría ir a tocar a Japón, donde la gente es muy copada del Tango.  He escuchado maravillosas orquestas de Tango, formadas por japoneses…
 
¿Por qué es importante, en un país como Colombia, el Festival Iberoamericano de Teatro?

Por lo que vi, el nivel de las obras que se presentaron nos dejó muy sorprendidos.  Hay cosas que nos morimos de ganas de ir a ver.  Además, la gente de Colombia es tan copada, que nos bajamos del avión y ya nos queremos quedar.  Así que esta conjunción de gente de todas las partes del mundo haciendo algo tan interesante como el Teatro y agregando después la Música es muy positivo.
 
¿Qué saben de Medellín?

Medellín es la ciudad más tanguera del mundo, más que Buenos Aires.  Además, nos hablan de sus chicas y de su onda.  La verdad es que queremos ir corriendo para allá.  Por suerte, cambiamos los pasajes, así que podemos pasar un buen rato caminando por sus calles.
 
En Medellín, murió Gardel…

¡Nos da un poco de miedo! pero está bien (risas).
 
A Medellín, ha venido, un par de veces, Bajofondo Tango Club…

¡Ah!  ¡La contra! Igual a Gustavo (Santaolalla, dos veces ganador del Óscar) no le podemos decir nada, porque es uno de los primeros defensores de Ultratango.
 
 
Estamos seguros de que, esta noche, después del concierto, cada espectador medellinense podrá decir, como Piazzolla: “¡Te quiero, tango!”.
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2 junio 2009 2 02 /06 /junio /2009 09:31

 

SERGIO ESTEBAN VÉLEZ

El Mundo, 2 de abril de 2008

 

Hoy, a las 6:30 PM., en la Biblioteca Pública Piloto, Alfaguara presenta la nueva novela “Lara”, del escritor santandereano Nahum Montt. 

La idea de narrar esta historia, que versa sobre los últimos días del inmolado ministro de Justicia Rodrigo Lara Bonilla, le surgió al escritor Nahum Montt, después de que ganó el Premio Nacional de Novela del IDCT, con “El esquimal y la mariposa”.  En ese entonces, ya tenía esbozada una biografía del personaje, en una primera versión que le parecía muy rígida. Por eso, pensó que era oportuno utilizar las herramientas que da la ficción y tomó la decisión de escribir esta historia en género novelístico.

Siente que con esta obra “le di en el blanco a un hito histórico clave de nuestro país que todavía no hemos logrado exorcizar” y, sobre el impacto del libro en la comunidad, se sorprende muy positivamente, al ver que lleva semanas en la lista de los más vendidos del país, “Nunca pensé que la Literatura diera ganancias económicas”, enfatiza.  Además, recalca que la difusión del libro es muy necesaria, especialmente para los jóvenes, para quienes la figura de Lara se ha ido perdiendo.  “Para ellos, este libro recrea un contexto histórico y unos personajes que fueron muy importantes, en un momento”.

 

¿Para esta novela, se situó desde el enfoque de escritor, periodista o historiador?

Un poco de las tres.  Hubo un proceso riguroso, de más de 2 años, de rastreo de fuentes, entrevistas e investigación y después, articular toda esa información que había recopilado, que fue muchísima, y comenzar a pensar en un texto.  La historia siempre se ubica en eventos públicos, pero nunca alumbra esas zonas oscuras que son las cotidianidades de los seres humanos y el ser humano como tal. Y la ficción le ayuda a uno a meterse por ahí y a llenar los vacíos de la historia.

 

Una persona que, por su juventud o por que no sea colombiano, no conozca bien la historia de Colombia, compra esta novela en pos de vislumbrar algo acerca de ese período nuestro tan doloroso, ¿cómo hace para saber, dentro de la novela, qué es ficción y qué es verdad?

A mí me encantó la lectura que le hizo Patricia Lara, que empezó a decirme:  “Esto es carreta, pero esto otro es cierto...”, y yo le respondí: “Esto es cierto, pero es carreta”.  El mismo epígrafe de la novela dice: “Todo es cierto, pero todo es inventado”.  Yo siento que el lector debe evitar caer en esa trampa, en ese dilema, entre si esto es cierto y esto no lo es.  El texto se fundamenta en esa paradoja, y toda paradoja es irreductible.

 

¿Cuál es la clave para recrear minuciosamente situaciones de momentos históricos y conversaciones que usted jamás podrá saber cómo se dieron realmente?

Mucha imaginación.  Uno se rige por una premisa básica que es verosimilitud, no veracidad.  Uno busca que lo que aparezca ahí resulte convincente.  En esa medida, me costó muchísimo llegar a un tono para que el lector pudiera creer lo que está leyendo.  Cuando comencé a entrar en la dimensión humana de los personajes, empecé a descubrir esas voces, esos diálogos... Evité, por ejemplo, ponerlos mucho a reflexionar.  Esta novela se mueve desde la acción y los personajes siempre se están moviendo y no reflexionando sobre el mundo, sin hacer nada por cambiarlo.

 

¿Para la elaboración de esta novela histórico – periodística, se dejó influenciar por algún autor en especial, como Talesse, Capote o el mismo García Márquez?

Durante años, dicté la materia de Periodismo y Literatura.  Y te digo que me ha marcado Gay Talesse, especialmente ahora, cuando estuvo aquí y pude sentarme a conversar con él y a plantearle todos mis problemas literarios.

 

¿A dónde cree que habría llegado Lara Bonilla, si no hubiera sido asesinado?  

Este país sería completamente distinto, porque él nos estaba alertando y tratando de frenar el proceso de inserción del narcotráfico en nuestras cotidianidades, desde lo político y lo empresarial, hasta lo cultural y la misma farándula.  Si él y Galán estuvieran con vida, estaríamos viviendo otra realidad.

 

 

Algunos dicen que, si no lo hubieran matado, Lara habría sido un ex ministro más...

No. Él tenía un proyecto político muy serio y toda una concepción sobre Derechos Humanos.  Llegó al Ministerio, justamente, porque había planteado una reforma estructural a la Justicia. Además, había estudiado en París y tenía unas bases muy sólidas.  Si él y Galán estuvieran con vida, estaríamos viviendo otra realidad.

 

¿Por qué escoge precisamente al director de “El Espectador”, don Guillermo Cano, como personaje de apoyo, en el curso de la novela? 

Es, para mí, el personaje más entrañable que hay en la novela. Y lo descubrí casi por azar.  A través de sus libretas de apuntes, con textos en los que él interpretaba y casi profetizaba sobre lo que estamos viviendo,  empiezo a ver el lado humano de ese personaje: el director cascarrabias de un periódico, hincha de Santa Fé –con esa predisposición natural hacia el fracaso-, el abuelo, el patriarca... Es un personaje que aparece iluminando a Lara.  Si me metiera en otro proyecto histórico, lo haría por el lado de Cano, porque él nos ilustra sobre 50 años de la Histroria de Colombia: recibe “El Espectador”, con las ruinas de “El Bogotazo”; le cierran el períódico, en la dictadura de Rojas; después, se enfrenta con el escándalo del Estatuto de Seguridad de Turbay, que en cierta forma legalizaba las torturas por parte de la Fuerza Pública; despúes denuncia la estafa por parte del Grupo Grancolombiano, y, finalmente, se enfrenta con el narcotráfico.

 

¿Pudo hablar con su viuda, Ana María Busquets de Cano?

 Hermosísima. Hablé con ella, pero el día del lanzamiento de la novela.  Con el personaje de Cano,  me tomé la libertad, y si me vuelvo a meter con él, tendré que tomar mucha distancia de la familia, para poder ver muchas cosas que ellos vivieron, pero desde el punto de vista del escritor.   

 

¿Qué les respondería a quienes le dijeran que escribió una hagiografía?

La novela logra trascender esa apología o ese tono rosa de idealizar a los personajes.  Pero, por fin, estamos mirando también la otra orilla, el lado heroico de nuestra historia, porque siempre la figura del antihéroe es la que más vende, como está ocurriendo con Pablo Escobar.  

 

¿Cómo fue la colaboración de la viuda de Lara, Nancy Restrepo?

Nos reunimos, todos los miércoles, durante un año y medio, y al comienzo, yo llevaba mi grabadora y mi libreta, y eso intimida y hace que el entrevistado asuma un discurso muy desde lo institucional y no permite ver esos intersticios humanos.  Luego, dejé la grabadora y simplemente conversábamos y yo, después, llegaba a mi casa y escribía todo lo que habíamos hablado. 

 

¿Y la retroalimentación con los hijos de Rodrigo Lara? 

Rodrigo Lara Restrepo (ex Zar Anticorrupción y senador) tenía 7 años, el día que murió su padre, y “habían” (sic) muchos detalels de ese día que él no recordaba.  En la novela aparece que su papá, ese día, estaba profundamente disgustado con él, porque había hecho una pilatuna, en la escuela, pero Rodrigo no recuerda la pilatuna, y ahí es donde entra la ficción.  Con Jorge Lara, conversé, en París, el año ante pasado.  Y Pablo José, el menor, tenía 2 años.  Él se ha pasado la vida recogiendo anécdotas que le cuentan del papá y me comentó que, cuando leyó la novela, se conmovió mucho, porque, el nunca había tenido una imagen unitaria de su padre y, por fin, pudo crearse un horizonte.

 

Pero un horizonte creado por usted...

 Recreado sí.  Yo siento que con esa memoria que le creé a Pablo José, se justificó el esfuerzo de tantos años de trabajo.

  

 

Hablemos un poco acerca de la investigación de algunos personajes importantes en el hecho histórico que usted narra.

 

Belisario Betancur:

Había un imaginario que decía que a Lara lo habían dejado totalmente solo, y cuando empecé a rastrear quiénes habían estado con él, descubrí, sorprendido, que el presidente Belisario siempre lo respaldó.  Pude consultar con él, en varias ocasiones, en las cuales sentí que el quería mucho a Lara.  Si él le hubiera aceptado la renuncia que le presentó, Lara se habría acabado políticamente.

 

Alberto santofimio:

No tuve necsidad de consultar con él.  Tampoco me interesó irme hasta la cárcel a buscarlo.  Me basé en fuentes periodísticas, sobre el respaldo que él le dio a Pablo Escobar y sobre cuando lo expulsan del movimiento.

 

Pablo Escobar:

Muchas fuentes.  Me he vuelto como un especialista en esa década: he leído muchísimo, desde chismes que no pasan de la anécdota trivial, hasta análisis muy sesudos.

 

¿Habló también con el doctor Enrique Parejo, ministro de Justicia sucesor de Lara?

 Un par de ocasiones, pero sin entrar mucho en materia.  Él toma el testimonio y la obra inconclusa de Lara, pero la novela llega sólo hasta el 30 de abril de 1984, por eso no profundicé mucho en Parejo.

 

¿Quedó suficiente claridad de la inocencia de Lara, después de las investigaciones disciplinarias que se le hicieron?

Esa estrategia se llama “asesinato de carácter”, y es sembrar en el otro una duda que siempre queda.  Pero con Lara, eso se aclaró.  Él sí recibió plata de la mafia, pero le entró fue por el lado de la ferretería.  Le hicieron una compra y giraron el cheque a nombre de él...   En esa época, hubo todo un debate alrededor de unos ingresos a una campaña política (la de Alfonso López, en 1982), y se hablaba de 36 millones.  Y esa campaña no negó que le hubiera entrado esa plata, y su argumentó fue: “No importa de dónde viene esa plata: lo importante es hacia dónde va”.  ¡Y Lara pasa estigmatizado a la Historia, por un millón de pesos!

  

¿Tiene algún ritual a necesita estar en algunas condiciones especiales, para sentarse a escribir?

 Sí.  Yo me levantó a las 2:00 AM. a escribir, hasta las 8:00 ó 10:00 AM.  Y para llevar ese ritmo, siempre me acuesto, a las 7:00 PM. y me duermo, como a las 7:15, cuando están mostrando la parte de las noticias malas, en el televisor.  Tengo 8 hijos y en mi rincón en el mundo, que es mi casa, en La Castellana (Bogotá), he tratado de generar un ecosistema sensible alrededor de la escritura, con pájaros, palomas, tortugas y mucha gente que me ama.  Ese es el entorno afectivo que me permite escribir.

 

¿Qué siente, al ver que “Lara” es uno de los libros más vendidos del país? ¿Alguna vez, pensó que se podía vivir de la Literatura?

 Esa pregunta está muy buena.  Me da mucha alegría.  Pienso que esta es una novela necesaria, porque para los jóvenes, la figura de Lara se ha ido perdiendo y para ellos, este libro recrea un contexto histórico y unos personajes que fueron muy importantes, en un momento.

 

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2 junio 2009 2 02 /06 /junio /2009 09:24




SERGIO ESTEBAN VÉLEZ

El Mundo, 21 de abril de 2008

 

La consagrada artista colombiana Ana Mercedes Hoyos inaugura, en Washington D.C., la muestra «San Basilio de Palenque: primer territorio libre de América».

Esta nueva exposición, en el “Addison - Ripley Fine Art”, de Washington D.C., estará abierta hasta el próximo 10 de mayo. Comprende una serie de los más recientes dibujos, pinturas y esculturas de Ana Mercedes Hoyos y, como novedad, incluye también fotografías, elemento esencial en el proceso creador de esta maestra del Arte Colombiano.

En la organización de esta exhibición, la maestra Hoyos contó con la permanente asesoría del crítico e historiador del Arte Eduardo Serrano, quien, además, se encargó de hacer lo concerniente a la descripción y reseña de esta nueva aproximación a la Historia, a través del Arte, y al Arte, a través de la Historia.

Este trabajo, con una temática cargada de símbolos, parte de un mapa que ha sido bautizado “Comercio triangular”, en el cual la pintora tiene como objetivo mostrar la antigua ruta de la trata de esclavos, entre Europa, África y América.

“La idea es partir no de mi obra anterior, sino de adelante hacia atrás, para ir buscando de dónde salen y a dónde van mis propuestas sobre Palenque de San Basilio. El mapa consolida todo mi plan de estudio de la influencia cultural africana en el mundo. Se puede hablar también de globalización y de una serie de elementos que, antes del mapa, parecían locales”, dice la artista.

La muestra enseña también una serie de obras que tienen como elemento central los lazos de los vestidos de las niñas palenqueras. Esta sección, que también parte de la idea del mapa, es una idea que involucra el Dibujo, la Pintura y el Arte Oriental.

Paralelamente, una exhibición de 78 obras con enfoques similares de la artista fue clausurada hace pocos días, luego de permanecer durante cuatro meses abierta al público, en el Museo de Arte Contemporáneo Unión Fenosa, en La Coruña, España.

Ana Mercedes Hoyos, considerada como una de las principales mujeres del Arte Latinoamericano, estuvo conversando con nosotros, acerca de las nuevas conquistas de su obra, en el Exterior.

SERGIO ESTEBAN VÉLEZ: Usted ha presentado su obra, innumerables veces, en los Estados Unidos. ¿Cuál es el propósito específico de esta nueva exposición?

ANA MERCEDES HOYOS: Este trabajo, que queremos presentarlo, próximamente, en Colombia, ilustra la trata de esclavos, con una cantidad de información visual y escrita que nos remite a un problema que, en la actualidad, se traduce, a través de mi trabajo, en las imágenes del Palenque de San Basilio, cuyos habitantes descienden directamente de los esclavos que llegaron a nuestro país, hace 4 siglos.

¿Por qué se ha encauzado tan especialmente en el tema de los lazos, en esta nueva serie?

La visión mía parte de los detalles más sencillos. Yo puedo mirar la procesión en su totalidad. Pero para mí, una fiesta como la procesión, en Palenque de San Basilio, se reduce al lazo de un vestido de una niña, que ha trabajado todo el año para conseguir la plata para comprar el vestido. Y el vestido es símbolo de que ahorró más que las otras, porque, en esa misma procesión, hay niñas a las cuales la plata no les alcanza, y no tienen lazo. Entonces, el lazo, aparte de que quiere decir amarrar, amistar y unir, también tiene una connotación social y estética. Y la manera en la que yo expreso todo este conocimiento histórico y este interés político es a través de imágenes, que son mi lenguaje. Y ahora me estoy centrando más en los símbolos.

Hablemos un poco acerca de su otra exposición, la que se está cerrando en España, que la tiene tan satisfecha...

Es en un gran museo, que tiene una trayectoria maravillosa. Era la segunda exposición de esta categoría que hacía en España. La primera fue en Zaragoza. Pero esta de Unión Fenosa tiene la primicia de presentar, por primera vez, el mapa del comercio triangular de la esclavitud.

Llevar un mapa sobre la esclavitud en América debe haber sido objeto de controversia, en ese país, que es uno de los responsables de esa barbarie...

Sí. Hubo un poco de polémica alrededor del mapa. Pero el propósito de esta propuesta es, precisamente, estrechar los lazos entre los 3 continentes (Europa, África y América), y especialmente, entre España y América. La esclavitud es un hecho histórico que no se puede borrar, pero, según la manera como se presenta y se interpreta el mapa, creo que queda bastante claro que mis intenciones son simplemente las de registrar el hecho, pero sin tomar partido. Pero quiero que se rescate que el problema grande que permanece son los seres humanos que quedaron en la mitad, precisamente, esa población negra que hay en América.

¿Y, aparte de los comentarios propios de este debate, la crítica española cómo se ha pronunciado, acerca de esta propuesta, desde del punto de vista de la calidad artística?

Bastante bien. Tuve mucha prensa, pero tuve más en Zaragoza (en escenario en el cual es el único artista latinoamericano en ser invitado, después de Diego Rivera) y en el Festival de Cante Flamenco, también en España.

Estos triunfos suyos tan significativos en el Exterior no tienen ningún registro, por parte de la prensa colombiana...

No, pero, de todas maneras, si se pone uno a preocuparse tanto por eso, no le queda tiempo para más, y yo tengo un trabajo muy grande, en ejecutar las obras y en organizar estas exposiciones, que son un ciclo a largo plazo.

¿Por qué será que su trabajo es más conocido en el Exterior, que en Colombia?

Porque las publicaciones son importantísimas y hace rato que yo tengo libros sobre mi obra, que se han manejado muy bien, con un editor como Benjamín Villegas, que tiene esa divulgación tan importante en el Exterior. Aparte de eso, yo he tenido casa en Nueva York, por muchos años; en México, he vivido mucho, y en España también tengo muchos arraigos. Entonces, tal vez, como la gente no conoce a Colombia ni el Arte Colombiano, el arte mío sí es muy diferente y llama mucho la atención y trae un cuento que aquí no quieren ver, pero afuera, sí.

¿Usted cree que, si viviera en los Estados Unidos o en Europa, sería mucho más famosa?
Claro. No me cabe la menor duda.

Entonces, ¿por qué vive aquí?

Porque me gusta mucho Colombia y no me quiero desligar de ciertos problemas que me importan mucho. Me parece más interesante vivir en un país en desarrollo, que en un país desarrollado. Me gustaría, y eventualmente sería el sitio, y no lo descarto, vivir en México.







¿Qué significa para usted el que, cuando en las grandes fiestas de Colombia en los Estados Unidos, trata de mostrarse la imagen de Colombia, se recurra a la de Ana Mercedes Hoyos?

Bueno, la verdad es que es muy bien recibida. Sin que vaya yo, mi obra tiene también muy buena recepción en el Japón y en Europa. Y esto es importante, porque, aunque tengo gran respeto y gran amistad con mucha gente, no me he logrado involucrar en el mundo del mercado del Arte, que es muy castrante y no te deja investigar a tus anchas, ni cambiar de un día para otro, ni imponer muchas cosas...

Todos estamos esperando que este nuevo ministerio de Cultura, dirigido por una afrodescendiente, haga hincapié especial en rescatar la tradición cultural de las minorías étnicas, ignorada a lo largo de centurias. ¿Hasta ahora, ha sido efectiva esta labor?

Yo creo que sí. Lo que pasa es que es un trabajo muy largo. Hasta hace muy poquito, Colombia no reconocía que un 30% de su población era negra. Y había tal segregación, que esta población negra se había resignado a vivir marginada. Y, además, con el problema de la violencia, salieron miles de desplazados, que nos han obligado a los colombianos a ver la cantidad de negros que tenemos.

Los enfoques de su obra han contribuido sustancialmente a mostrar la importancia de la raza negra en nuestro país...

Claro que sí. Yo me considero bastante responsable de que eso hubiera salido a la luz.

Pero, a pesar de esa historia de esclavitud, pobreza, segregación, violencia y yugo, la visión que usted muestra de la negritud es muy positiva y triunfante...

Ese que, de todas maneras, el pueblo de Palenque no es derrotista. Lo que tiene de interesante es que, desde el principio, es un pueblo victorioso. Es el primer pueblo libre de América, antes de la Independencia. Y así lo declaró la Corona Española, por ser un pueblo luchador por excelencia, que, además, sigue siendo triunfante. Por eso, mi idea de que las imágenes del Palenque siempre sean de triunfo. No dependen de una visión inventada por mí, sino de lo que proyecta un grupo de gente como ese.

¿Ha aprendido algo de la compleja lengua palenquera?

Sí, yo tengo bastante información y diccionarios. Llevo 20 años investigando a este pueblo. Ojalá que no se vaya a dispersar ese bagaje tan importante. Hay que cuidarlo.

¿Qué habría opinado su gran amiga e impulsora Marta Traba de la obra que usted está haciendo actualmente?

Yo no creo que ella la habría aceptado, ni me importa. Asimismo, tuvimos grandes diferencias, en vida, en las cuales yo pasé por encima de sus comentarios, porque mi oficio es muy individual, y en ese sentido, yo tengo más coincidencias con Eduardo Serrano, inclusive desde los inicios de mi carrera, que las que podría tener con Marta.

¿Cómo cree que puede influir en la imagen internacional de Colombia, el hecho de que usted esté mostrando, desde hace tantos años, una visión tan positiva y pacífica del país?

En muchas ocasiones, a mí me abrían las puertas, en escenarios internacionales, con la condición de que hablara de la violencia en Colombia. Y fueron muchas las que me cerraron, por no tocar el tema. Hoy en día, considero muy importante que mi obra haya tenido éxito, sin necesidad de tener que tocar ese tema. Y la trascendencia de lo que yo planteo, como colombiana, es un rescate de los valores, siempre a partir de símbolos positivos.

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