El Festival Internacional de la Poesía de Trois-Rivières, el principal del Canadá, está cumpliendo un cuarto de siglo. Su fundador y presidente, Gastón Bellemare, estuvo conversando con EL MUNDO
SERGIO ESTEBAN VÉLEZ
El Mundo, 27 de noviembre de 2009 (Enlace)
Gastón Bellemare es uno de los líderes culturales más reconocidos y apreciados del Canadá. A través de su trabajo en la fundación y dirección del Festival Internacional de la Poesía de Trois-Rivières y de la Federación de Festivales Internacionales de Poesía, ha convertido a su ciudad, Trois- Rivières, en un referente mundial de la poesía y ha logrado, entre otros muchos homenajes, que esta haya sido escogido recientemente como “Capital Cultural del Canadá”.
Gaston Bellemare y Sergio Esteban Vélez. Trois-Rivières, 2009.
Esto fue lo Gaston Bellemare que nos contó acerca de sus múltiples iniciativas culturales:
¿Considera que las dificultades actuales de la poesía vienen de la falta de enseñanza de la poesía en las escuelas?
Con los años, la ciencia ha evolucionado a una gran velocidad y tú necesitas tener acceso a una mayor cultura científica. De modo que la evolución de las ciencias ha hecho que en la educación se dedique más tiempo a estudiar los adelantos de las distintas ciencias, los cuales es preciso conocer, con el inconveniente de que en los colegios no aumentaron las horas de clases, sino que cortaron las cosas que creyeron que eran menos importantes, según las presiones de los hombres de negocios y de los industriales de formar personas que sean capaces de trabajar para ellos.
Pero, ¿la función de la escuela es la de formar a unas personas para que trabajen en empresas petroleras o de aluminio? ¿O es la de educarlas para que sean hombres o mujeres lo más completos posible? Es por esto que se han dejado decaer muchas cosas que se relacionan con la vida en sí misma, con el verbo “ser” y no con el “tener”, que es el que surge después de la escuela, cuando comienzas a ganar tu dinero, compras tu primer auto, tu casa... y quedas obligado a trabajar para siempre, porque tienes muchas deudas por pagar. Y esta es una forma de organizar la sociedad que no es la que corresponde a la poesía. Pero cuando uno llega a cierta edad, cuando los hijos ya dejaron la casa y uno comienza a pensar en la jubilación, y uno ya ha terminado de pagar la casa y las deudas, el verbo “ser” reviene y uno puede pensar en sí mismo. Y el verbo “ser” es la pintura, la escultura, la música, la poesía o la literatura.
Ha sido sumamente reconocido su trabajo para insuflar en los niños del Quebec la pasión por la poesía. Seguramente ustedes habrán encontrado resultados extraordinarios en las creaciones poéticas infantiles...
Para ellos, eso es instantáneo. Ellos articulan imágenes con los poemas y hacen reflexiones que no son siempre lógicas, sino más bien de una emoción global. Un niño puede decirte, por ejemplo: “un poema para mí es cuando mi madre me abraza”. Entonces, el hecho de que su madre lo abrace hace que surja en él una especie de efecto poético.
Nosotros trabajamos con los niños, para desmitificar ante ellos la poesía e involucrarla en su vida, de modo que para ellos un poema se vuelva una parte de su cotidianidad.
Trabajar con los niños es invertir a largo plazo y darle una plusvalía a la poesía, pues ellos no van a ser nunca intimidados por ella, nunca le tendrán miedo. Y yo creo que la gente ha recibido una mala educación acerca de la poesía. Los profesores han intentado explicar la poesía, pero ese modelo de explicación va más dirigido hacia el análisis y la gente en su propia vida no quiere analizar un poema, sino solamente escucharlo, sentirlo y compartirlo.
Durante la versión del Festival de este año, ha habido más de trescientos niños que marchaban por las calles de la ciudad con una vieja camiseta que decía “Poetas en acción”, y ellos iban a leer sus propios poemas en lugares absolutamente insólitos: en la tienda, en el supermercado... Ellos decían: “Señor, señora, ¿puedo leerles un poema?”. Y cuando un niño te pide eso, tú no puedes responderle que no tienes tiempo, entonces lo escuchas. Y para los niños, el hecho de que el público los escuche quiere decir que lo que ellos dicen es importante y si es importante ellos tienen, entonces, ganas de volverlo a hacer.
Paralelamente, ustedes hacen también un trabajo importante con comunidades de barrios pobres de la ciudad. ¿Cómo es el mecanismo para transmitirles el amor por la poesía?
Nosotros les hemos dado muchos libros de poesía a esas gentes. Ellos tienen lugares llenos de libros de Poesía. Desde hace más de veinte años, hemos hecho con ellos talleres de creación poética, en los cuales les decimos: “Por el hecho de que no tengas palabras para decirlo, no quiere decir que no tengas la emoción”.
Les hemos enseñado a encontrar las imágenes que permitan sentir el conjunto de las emociones. Es cuestión de aprender a escribir con las palabras de tu corazón. Esa es la forma de trabajar con personas en alfabetización. Es enseñarles a decir, a leer y a escribir sus propias palabras. Y es siempre mucho más valioso si son tus propias palabras las que presentas y no las de otra persona. Y cada uno vive con palabras que son mucho más importantes para nosotros que para los otros, porque eso hace parte de la manera de la que uno ha sido educado, de la forma cómo uno ha vivido, de sus heridas... Hay una carga emotiva que viene con las palabras.
La palabra “libertad” no tiene la misma significación emotiva, dependiendo de los países. Por ejemplo, en Rumania, en los años sesenta, si tu soñabas con ser rico, aprendías el inglés; pero si soñabas con ser libre, aprendías el francés. Según los momentos de tu vida, tú vas a cambiar, del verbo “tener” al verbo “ser”.
Hablemos del proceso de internacionalización del Festival...
Esa es la cosa más difícil, si tú no tienes una red de contactos a nivel internacional, pero, cuando ya la tienes, se convierte en la cosa más fácil. Hay, alrededor del mundo, un centenar de poetas que circulan todos los años en los distintos eventos. Y son siempre los mismos. Nosotros favorecemos inicialmente convenios con otros festivales. Son convenios en los que las partes quedamos satisfechas. Y si, durante dos años seguidos, un festival me envía un mal poeta, yo no trabajo más con ellos. Entonces, ellos me envían a sus mejores poetas y yo tengo también el interés de enviar a los mejores poetas quebequenses. Y tenemos acuerdos como ese con otros diez festivales alrededor del mundo.
Hablemos de sus relaciones con los festivales en América Latina...
Tenemos varios convenios en México y en la Argentina y me gustaría hacer un acuerdo con alguno de los festivales de Colombia. En una ocasión, hace años, el Festival de Medellín nos envió un poeta y él tuvo muchos inconvenientes para conseguir su visa para poder venir.
Yo sé que ahora, además del de Medellín, hay también un festival en Bogotá y otro pequeño en Pereira. Si hubiera una asociación que los agrupara, sería interesante para nosotros negociar con esa asociación y todos los años los poetas escogidos por la asociación provendrían de un festival diferente.
Cuando yo vaya a Colombia, llamaré a mi amigo William Ospina, para que me asesore en cuanto a lo que debo hacer y en cuanto a las personas que sería conveniente visitar. William es mi amigo desde hace años y ha venido dos veces al Festival. Este año, hubo problemas para obtener la visa de un poeta que él nos había sugerido traer.
¿Cómo ha contribuido su festival de poesía a transformar la ciudad de Trois- Rivières?
Yo creo que lo más importante ocurrió en el momento del décimo aniversario del festival. Fue entonces cuando empezamos a ubicar publicidad de Poesía en los autobuses y a ser realmente visibles en la ciudad. Instalamos sobre los muros de la ciudad trescientas placas con poemas e hicimos el primer Paseo de la Poesía. Y tú no puedes caminar todos los días por el centro de la ciudad y no leer los poemas de las placas. Y, cuando lees los poemas, gradualmente integras algo de la poesía dentro de ti. Y con los años, esos poemas sobre los muros terminan por convertirse en parte de tu decoración, como si tuvieras un lienzo en la sala de tu casa. La gente se ha familiarizado entonces con esto y hoy la poesía hace parte de sus vidas.
Ese mismo año, creamos la Urna de Poemas, en la cual la gente nos deja sus versos, sin importar cómo sean. Y dos veces al año, recogemos esos poemas y los grabamos en un disco compacto. Y es así como integramos al festival a muchos poetas desconocidos, ciudadanos ordinarios que nunca han sido publicados, para que sientan que el festival también es suyo. Y esos ciudadanos encuentran también sus poemas colgando de la “Cuerda de poemas” que hemos instalado y después van a la Casa de la Cultura a escuchar la voz de los poetas, y luego siempre van a querer regresar.
¿Cuál es la historia del “Monumento al poeta desconocido”, que ustedes han instalado frente a la Alcaldía de la ciudad?
Eso ocurrió el mismo año en que creamos el Paseo de la Poesía y la Urna de Poemas. La idea me la propuso un artista, en un vuelo de París a Montreal, y, cuando se la presenté al alcalde de Trois-Rivières, le pareció que era un proyecto extraordinario. De modo que pudimos hacerlo. Y queríamos que fuera un monumento muy impersonal, porque el objetivo era que el monumento no fuera identificado con el nombre del escultor, sino con el de los poetas, a los que se rinde homenaje.
Y, cuando lo titulamos “al Poeta Desconocido” nos referimos a que la gente de Alaska no conoce a los poetas de Colombia, y en Australia nadie conoce a los poetas de Alaska; ni en Australia, a los del Quebec... Entonces, todos los poetas del mundo son poetas desconocidos.
Y cada año, el catorce de febrero, día de San Valentín, cuando aquí hace muchísimo frío, el Alcalde sale con un ramo de flores que ofrendamos al monumento, para rendir homenaje a todos los poetas del mundo. Y el día anterior, yo envío un correo electrónico a unos 4.000 poetas, para decirles que al día siguiente el alcalde de mi ciudad les rendirá homenaje a todos ellos.
Muchas de las presentaciones poéticas de su festival se desarrollan en cafés, bares y restaurantes y es sorprendente ver cómo la gente guarda silencio y escucha atentamente la lectura de los poetas. ¿Cómo lograr esta cooperación del público?
Eso es necesario negociarlo con el público. La regla es que en esta clase de presentaciones son tres minutos de poesía y luego seis o siete que pertenecen al público. Y esto es importante, porque tú no vas a un bar o a un restaurante para guardar silencio durante una hora, porque hay poetas. Tú vas a esos lugares porque quieres estar con tu familia, beber un buen vino y comer a tu gusto. De modo que hemos decidido negociar eso con el público. Y al comienzo fue difícil: había gente que iba a comer a los restaurantes por el simple hecho de que le gustaban esos restaurantes; pero ahora, hay muchos que van por la comida y por la poesía. Y, con esta misma clave de alternancia entre poesía y conversación de la gente, hemos logrado que, desde que el poeta abre la boca, el público automáticamente hace silencio.
Apóstol de la palabra
Gastón Bellemare nació en Saint-Étienne-des-Grès, Québec, en 1942.
Inició su carrera de promoción de la poesía como editor internacional. Fue cofundador y director de la editorial Écrits des Forges, desde la cual publicó más de setecientos títulos. La presidió hasta el año pasado. Fundó también la casa L'Orange Bleue, de poesía francófona, que agrupa cinco editoriales.
En 1985, fundó el Festival de la Poésie de Trois-Rivières, que acaba de celebrar su versión número 25. Desde la presidencia de este evento, ha creado una decena de premios que se han ganado alto prestigio en su país y ha sacado adelante proyectos como la Maison de la Poésie (Casa de Poesía), que han convertido a la ciudad de Trois- Rivières, la segunda más antigua del Canadá, en todo un santuario del verso.
En el año 2001, fundó la Federación de Festivales Internacionales de Poesía, que agrupa a los principales festivales del arte poético. Funge como presidente de la misma.
Ha realizado asimismo una significativa labor al frente de otras entidades del medio literario y cultural del Quebec, como la Sociedad para el Desarrollo de Publicaciones Culturales (la cual preside), el Consejo de Bibliotecas y Archivos Nacionales, la Asociación Nacional de Editores y la Comisión del Libro y de la Lectura, entre otras muchas.
Su trabajo ha sido exaltado con numerosas condecoraciones, entre las que sobresalen el Premio Georges-Émile-Lapalme (la distinción más importante que concede el gobierno del Quebec a un representante de la cultura), la Orden Nacional del Quebec, la Medalla del Gobernador General del Canadá, la Medalla de la Academia de Letras del Quebec, la Orden de La Vérendyre y el Premio de la Université du Québec á Trois-Rivières. Miembro de la Academia de las Letras del Quebec y de la Academia Mundial de la Poesía.