Por: JORGE RODRÍGUEZ ARBELÁEZ
De la Academia Colombiana de Historia
Es asombroso, porque no puede menos que asombrar, una persona de su edad con alcances de escritor adulto, poeta maduro, y una lira de raros matices que no es frecuente encontrar en ninguno de los poetas que haya publicado en tiempos recientes en este nuestro país.
Se trata pues de un fenómeno de precocidad, pero sin arribos de niño genio, de aquellos que en España llaman “Jaimitos”, sino de una persona asentada, que acepta sus errores cuando quiera que los haya cometido, rectifica y sigue la búsqueda por hacerse a una conceptualización y forjarse unos criterios de vida concorde con sus cualidades artísticas y literarias.
Este libro “Entre el Fuego” debemos celebrarlo como el segundo de su propia e individual cosecha - el primero se llamó “Destellos Nocturnos” - y aparece como una muestra de superación, tanto en la temática, como en el elevado desarrollo de la misma, ya no puede caber duda de que no estamos frente a una engañosa entelequia; en él hay contenido y sustancia, de la cual se puede discrepar, disentir o apartarse como lector, pero no se puede dejar de reconocer que hay esencia y contenido.
A este “Niño Poeta” y a su aliento, se debe el haberse fundado la Academia Antioqueña de las Letras, con el apoyo de su madre, Patricia Peláez Restrepo, de Monseñor Juan Botero Restrepo y un grupo de personas, dentro del cual me honro en encontrarme; la cual comienza a funcionar con buena asistencia. Parece como si esos prematuros rayos intelectivos proviniesen de su madre, pues realmente es ella quien no finge de intelectual, mujer inteligente y sabia, que ha sabido guiar, con el apoyo de su esposo, a este que por todo parece indicar que al darle Dios una suficiente prolongación de su existencia, podrá ser uno de aquellos excepcionales representantes de las letras latinoamericanas y del continente, de la talla de Rubén Darío, de Barba Jacob, de Valencia, o de Juana de Ibarborou, o de Gabriela Mistral, o Alfonso Reyes. Yo soy optimista, aún cuando siempre se deben tener reservas acerca de quienes se anticipan a su edad cronológica para ofrecernos portentosos prodigios, pues ya hemos visto que la cantidad de casos frustrados es grande, pero Sergio Esteban va bien, a mi parecer, ha tomado buenos cauces, es trabajador, muestra constancia en la dedicación y no se da ínfulas de genio raro.
Me parece que estos esfuerzos que algunas otras personas fuera de sí mismos han hecho, no están, ni con mucho, corriendo grandes riesgos de naufragar. Creo, por el contrario, que de quienes quiera él recibir apoyo o estímulo, estarán realizando una buena inversión en propósito, en ilusión y esperanza. Léanse sino los poemas: “Tu cuerpo entre los silfos” y “Don Quijote de la Mancha”, que son para mi gusto las expresiones mas señeras de la producción que nos ofrece en esta obra. No es ni con mucho el modernismo poético que se ha presentado, por ejemplo, en Medellín en los festivales de poesía: es un estilo que podría tildarse de modernidad clásica, es decir, que no abandona la rima por lo cual se sobresalta el ritmo con perfiles mas agudos y encumbrados.
Creo pues no equivocarme al calificar a esta aparición, como uno de esos destellos que se contemplan en el confín del horizonte en las primeras horas del alba, pero que no constituyen una exhalación como se suelen llamar, fugaces y efímeras, como ellas mismas, sino que van convirtiéndose en brillantes y firmes rayos del sol a medida que este se eleva hacia su cenit.
Bien por el Niño Poeta, y bien por quienes tratan de hacer bien a esta criatura del intelecto antioqueño y colombiano, sin temor a error y con la confianza de que se está apoyando a una promesa con realidad y que en el transcurrir de poco tiempo se podrá hacer un balance efectivo y jugoso con grandes y beneficiosos resultados.
Me inclino a pensar, por lo tanto, que debemos los propiciosos de la cultura detenernos en nuestro andar en personas que como este promisorio representante de las letras, Secretario de la Academia de las mismas, da muestras de clara inteligencia y prodigiosa voluntad.
JORGE RODRÍGUEZ ARBELÁEZ
Medellín, 9 de febrero de 1998.
Jorge Rodríguez Arbeláez. Abogado de la Universidad Nacional, especializado en ciencias políticas, económicas y sociales en The London School, Harvard University y el Instituto Tecnológico de Massachussets. Fundador y director del Colegio Altos Estudios de Quirama, el Parque Tecnológico de Antioquia y Sociedad Cordovista Colombiana. Miembro de decenas de juntas directivas y cofundador de numerosas instituciones. Miembro de la Academia Colombiana de Historia, la Academia Antioqueña de Historia y la Academia Antioqueña de las Letras, entre otras muchas entidades. Recibió importantes condecoraciones, entre ellas la “Cruz de Boyacá”. Se le recuerda como uno de los mayores forjadores de la gestión cultural en Antioquia.
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